
domingo, 12 de septiembre de 2010
La Polaroid Bipolar (presentación con retraso).

lunes, 30 de agosto de 2010
Lugares comunes: Barras de bar (II)
lunes, 2 de agosto de 2010
Inventario de pérdidas
martes, 20 de julio de 2010
No sueño contigo
martes, 6 de julio de 2010
Evento catastrófico
lunes, 28 de junio de 2010
Lugares comunes: los balcones (II)
jueves, 10 de junio de 2010
Reencontrarme
ante la página en blanco,
o tratando de hilar en un café
las conversaciones amigas e insomnes,
o retorciendo cualquier línea
dando forma a una historia,
o inventando versos, recogiendo imágenes,
rematando párrafos,
creando proyectos,
creyendo en lo que hago.
Reencontrarme
con la del Abril suicida,
con la del Mayo más bello,
con los pájaros más locos de mi cabeza.
Reencontrarme
con mis pasos, mis silencios,
mis nostalgias sempiternas
y mis ausencias. Con el dolor,
con el abrigo de aquello
que cubre mis carencias.
Reencontrarme
en la noche, en la calle,
de vuelta, en mi cama, en mis cosas,
por el pasillo o en el espejo,
en blanco, absorto, a oscuras,
desnudo por dentro,
pensando hacia afuera,
repleto de ganas,
vacío de pereza.
De cualquier forma, reencontrarme.
Pero reencontrarme, al fin y al cabo.
martes, 1 de junio de 2010
El día que cogimos el tren...
lunes, 31 de mayo de 2010
Clasificados
jueves, 13 de mayo de 2010
No hay manera...
martes, 11 de mayo de 2010
Vuelvo
martes, 2 de marzo de 2010
Lugares comunes: Salas de estudio
Yo también pasé horas y horas, incluso noches enteras, en alguna biblioteca. La facultad de Derecho caía cerca de casa, pero yo siempre preferí la sala de estudio de la, por aquel entonces, recién inaugurada Casa de la Juventud, aquel edificio multifuncional rescatado por el Ayuntamiento, antaño kasaokupa, que por aquellos años me acogió cálidamente.
Yo también hacía descansos, de hora en hora, para tomar café, salir al fresco, estirar las piernas, charlar un rato.
Yo también acabé sucumbiendo a las musarañas (siempre tuve tendencia a estar en ellas). Con el tiempo todos los allí presentes nos conocíamos de vista o de poco más.
Yo también seguí acudiendo a la sala de estudio, aunque sabía que el tiempo allí no era fructífero. Yo también caí en la tentación de unos ojos claros desconocidos, los más bellos de aquel entonces. Yo también me aprendí de memoria cada pestaña, cada onda de su pelo castaño atrapado en una diadema, cada forma de su boca al recitar sin sonido sus apuntes de palabras redondeadas. Yo también imaginé su nombre, nunca lo supe, la carrera que estudiaba, su edad, los bares que frecuentaba… Mientras malgastaba tiempo en sentirme culpable y en proyectos muertos de antemano, yo también me dejé arrastrar por su mirada y su efecto 2000 en mi sistema operativo, no quise escapar a ella, no quise. Yo también pensé en alguna locura en forma de post-it. Aquel año sólo aprobé dos cuatrimestrales.
Yo también me enamoré en una sala de estudio. Jamás volví a verla.
(Curso 99-00, Casa de la Juventud, Córdoba)
lunes, 15 de febrero de 2010
Horizonte 2010
Se le acumulan proyectos en el horizonte, como un sol naciente que, a estas horas de la madrugada, ya empieza a calentar motores. Existen viviendas vacías con promesas de habitabilidad y terrazas a levante, vistas a un boulevard que no es el Boulevard, miedos que siempre tendrá, raíces que no llegan a agarrar. Proyectos decorativos, cuotas mensuales, Euríbor, IRPF, final de mes.
Bajo la lluvia piensa en el horizonte.
Piensa también en dos extraños encuentros casuales –o causales, quién sabe –acontecidos con pocos días de diferencia. El primero, un dandy al que jamás había visto y al que conocía de sobra… fugaz, incompleto, una primera toma de contacto para el proyecto que será, que es, que está comenzando a ser. El segundo, virtual, con un habitante que empieza a ser asiduo. El vecino al que nunca se le ve, que vive en las sombras. Nos debemos un café.
Hay un horizonte que esconde futuras luces.
El habitante deshabitado perdió a posta las botas de siete leguas, parsimonioso, el amanecer se hace de rogar, nunca una madrugada fue tan larga… pero tampoco nunca una mañana será tan ilusionante. Estaremos todos para verlo, y no harán falta gafas 3D.
martes, 9 de febrero de 2010
El megamix depresivo, una selección para verlo todo negro.
jueves, 21 de enero de 2010
Romper las ventanas
Después de estudiar con cuidado este caso, ejerciendo a la vez de fiscal y abogado, de juez imparcial, sentencio lo nuestro diciendo que el fallo más grande pasó por guardar solamente los días más gratos y olvidar los demás. Mirarte de frente. Admito en voz alta que no pocas veces he sido tentado en coger mi esperanza y lanzarla sin más a la fosa común donde yacen los sueños que nos diferencian.
Tal vez ¿has pensado en renunciar?
Yo aún no.
Hada helada en vuelo inerte, tú nunca cambiarás.
Hada helada en vuelo inerte, tú nunca caerás.
¿Tal vez has pensado en crecer más? ¡Más no!
¿Tal vez te conseguiste equilibrar? Yo aún no.
Vamos a correr el gran sprint final y al cruzar la línea los dos ganarán.
Voy a romper las ventanas para que lluevan cristales.
Ven a romper las ventanas, ven a gritar como antes.
Ven a romper las ventanas y hacer del caos un arte.
Voy a romper tus ventanas y voy a entrar como el aire.
M
jueves, 14 de enero de 2010
Lugares comunes: Barras de bar (Amnesia necesaria).
Oyó el portazo con forma de ADIÓS con mayúsculas y sabor a cacahuetes amargos. Una hora después el ascensor parecía balancearse en su bajada a la cafetería del hotel: había agotado el mini-bar de su habitación dos-cuatro-nueve y necesitaba alguna copa más para asumir aquella despedida. El camarero le sirvió su copa con una mirada cómplice.
Todo había acabado. Paloma volaba ahora rumbo a cualquier otro cuerpo con cualquier otro nombre y él tendría que afrontar la situación con un mínimo de dignidad. Con aquel portazo Paloma daba por terminada su relación durante algo más de año y medio.

Dos horas más tarde, al borde del coma etílico, regresaba a casa. Por suerte para él, su mujer y los niños ya dormían. Mañana Paloma no habría existido nunca.
domingo, 3 de enero de 2010
Empezar bien el año
Intenta empezar bien el año. Por eso piensa en corrientes circulares y leyes físicas de magnetismo. La teoría del eterno retorno. No es un Enero frío aunque amenazan vientos gélidos del norte. Sonríe, mira 2010 adelante, le asalta una extraña sensación de montaña rusa, arriba-abajo, vértigo, mejor comenzar despacio… con cuidado, que vendrán curvas. Porque no será un año fácil, ninguno lo es a partir de los 15 años. Por eso quiere empezar bien el año. Y lo hace. Sonríe y hay luces de Navidad aún en las avenidas. Hay deseos por cumplir y mira al cielo en busca de estrellas fugaces que le guíen en el camino para hacerlos realidad. Recuerda la sexta uva de Nochevieja y se le viene a la cabeza una canción de una chica enigmática con voz de gominola. Intenta empezar bien el año, regalarse treguas mentales, aspirar únicamente a la mañana siguiente. Observa el reloj de las 20.30: sombras en el pasillo de ayer. Sube a la azotea para concluir con éxito la carrera de objetivos personales con obstáculos. WR. Objetivo personal número uno: empezar bien el año... que a saber cómo acabará.

Empieza bien el año: hay Reyes Magos que regalan tiempo, cuerdos días de locos, para uso y disfrute del solicitante.
lunes, 21 de diciembre de 2009
McPoema
La belleza, en determinadas circunstancias,
puede encontrarse en la cola de un McDonalds,
ser morena, de pelo largo, vestir ropa de H&M
y pedir un McFlurry con topping de chocolate.
Eso pensó “Roberto – Encargado” cuando,
desde la atalaya de la caja registradora le dedicaba
su McSonrisa de conquistador con camisa de cuadros.
Al acabar su turno trató de encontrarla buscándola
por las tiendas del complejo de ocio, los multicines
y las dos plantas de parking cubierto-completo.
La belleza, en determinadas circunstancias,
aprovecha la inmensidad de los centros comerciales
para evadirse, difuminarse y perderse para siempre.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
Previsor
jueves, 3 de diciembre de 2009
Propósitos
Debemos cambiar mis ausencias perdidas por tiempos mejores,
las tardes laborales y vacías por explosiones en hora punta,
guisantes en la ensalada por atún en escabeche.
El porvenir es un castillo de naipes. No respires.
Boicoteemos el futuro escrito de los contratos indefinidos
y dediquémonos a la venta ambulante de sueños imposibles
o al absurdo placer de crear emociones.
Cualquier espacio en blanco es susceptible de hacernos volar low cost,
podríamos volver la cabeza, poner cara de asco, echarnos a reir.
Alguien debería luchar contra esta inercia irreversible y voraz,
pausar los tempos, ralentizar las pequeñas revoluciones,
pararnos a pensar en nuestros ombligos.
Apaguemos la luz, silencio. Soy capaz de cualquier cosa a oscuras,
y sé que tu corazón TDi puede renunciar al bajo consumo cualquier día
y reventarme de amor.
Demos el primer paso al vacío.
Nuestro triple salto mortal.
lunes, 9 de noviembre de 2009
Checkpoint Charlie
Terminó de cenar rápido y salió a la calle. Se unió a la muchedumbre que avanzaba en dirección al tercer paso fronterizo del muro, donde los "vopos" miraban, sin entender nada, la incomprensible situación y trataban de contactar con sus superiores buscando explicación a aquel mar de personas que se agolpaban.

lunes, 2 de noviembre de 2009
Pretéritos infuturibles (lamentablemente)
Se ha levantado a las 9 y, después de desayunar y de tomarse su colección de pastillas-para-estar-buena, ha hecho la cama en un "plisplás", se ha puesto el traje de falda y chaqueta azul –azul apagado, que le dice ella –se ha aplicado coloretes en las mejillas y se ha pintado los labios de color rojo-rojo. Muy rojos. Es el color que utiliza los días que se siente fenomenal.
Yogur soja
Espárragos blancos
Filete ternera
Jamón Llor
COVAP (semidesnatada)
Calabazin
Peras O ubas.
Estropago
De vuelta, en el ascensor, aún se reía para adentro.
jueves, 15 de octubre de 2009
Las noches

Es martes. Noche cerrada. 1:30 a.m.
En una calleja sin salida, alguien se acomoda entre cartones buscando el calor de una manta de cuadros ajada. Un gato maúlla. Más arriba, alguien cierra los ojos con los pies puestos en una cornisa, sopla el viento en la azotea. Tercer intento fallido. Hay aviones surcando a esas horas los cielos de las grandes ciudades. Algunos pasajeros duermen, otros toman whiskys con hielo y otros centran su atención en el cuello de la azafata. Al chico de la gasolinera le faltan cuatro palabras para completar el crucigrama. Se rinde. Una ambulancia de cruz roja atraviesa una avenida solitaria. Un tipo pega el último trago en una cafetería del extrarradio. El camarero pone las sillas sobre las mesas. Hay hadas vestidas de verde volando alrededor del letrero “Café Cinema”. Desde un balcón, con lágrimas en los ojos, una chica fuma un cigarrillo con la mirada puesta en el vértice ß de la W de Andrómeda. Un hombre y sus treinta y cinco años dan vueltas en la cama. Le pican los pies bajo la sábana. Su mujer duerme profundamente. J. desea que llegue el fin de semana de carretera y manta. Á, en su lucha constante con el insomnio y sus fantasmas, se mantiene aferrada a un poema a punto de nacer. JMG escribe a ordenador reflexiones sobre su último viaje a Italia. A MD le despierta un dolor repentino, respira hondo, baja las escaleras. E. por fin pega ojo después de un viernes trasnochado y un fin de semana con “el teléfono infernal”. En plena fase R.E.M. los párpados de P. vibran repetida y fugazmente mientras una sonrisa se dibuja en su boca. En su móvil, una llamada perdida. A 500 Km de la plenitud, el ciudadano B siente un pequeño escalofrío y busca refugio en la mujer que duerme a su lado. Lejos de allí, escondido entre visillos, un anciano de 84 años mira llover desde el balcón de su residencia. Hay estrellas cayendo a los charcos.
Es martes. Noche cerrada. 1:30 a.m. Reales y ficticios, dormidos o en vela, de cerca, de lejos, en toda la ciudad, todos, todos, todos: sueñan con la vida que quieren.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
Volver, volver, volver...
Vuelvo perezoso, haciéndole la contra a esta lluvia tan torrencial. Agradecido porque el agua siempre inspira y suaviza las cosas y renueva el aire y acompaña perfectamente a ciertos estados de ánimo. Vuelvo perezoso, digo, después de diez días duplicando, triplicando o haciendo aparentemente infinitas mis reservas de endorfinas. Generando bienestar propio, compartiendo inquietudes, tardes, noches y cubatas… La vida suele resultar perfecta cuando en un círculo de –digamos –ocho metros cuadrados lo tienes todo; o cuando dos amigos se prestan a hacer de jurado en casa propia para analizar alguna creación de uno mismo; o cuando un lunes por la noche, víspera de fiesta, quedas con el propósito de tomar unas cañas en plan tranquilo y acabas a las cinco de la mañana, más feliz que unas pascuas, casi cerrando los bares; o cuando paseas bajo una tormenta sin mojarte de la mano de tu pareja con la ciudad al fondo; o cuando cierras los ojos y escuchas voces cercanas de tiempos lejanos; o cuando compartes unos boquerones al limón y un par de flamenquines; o cuando sales una mañana con tu hermana y acabas a mediodía sentado en la Corredera; o cuando tus amigos comparten contigo sus planes de boda y no les cansa que te pases por su casa día sí-día también; o cuando todo son hamacas después de la cena y charlas y libros y qué fresquito; o cuando sueñas que te despiertas temprano, que vas a trabajar andando, que vuelves a sesear, que sales de trabajar, que llegas a tu casa y que sigues teniendo todo lo anterior… a perpetuidad y de forma instantánea, sin necesidad de autovías.
Diez días dan para mucho. Gracias a todos. Podría maldecíos por acostumbrarme a la vida que quiero, pero en vez de ello… optaré por subirme a la azotea y haceros este pequeño homenaje en este humilde blog.
jueves, 3 de septiembre de 2009
Permiso para aterrizar (mañana)
pero luego no me pases la factura
si me sobrevuela la necesidad.
Cuando ya no me quiera ninguna
Subiré a tu cama
pintaré una nube
en tu ventana.
Dame permiso para
si me canso de vivir en las alturas.
Dame ternura, dame velocidad
que
miércoles, 2 de septiembre de 2009
Lugares comunes: Los supermercados
A Lucas le gustan las bolsas de plástico semitransparente de los supermercados del barrio. Esas que próximamente dejarán de existir por aquello de la lucha contra el cambio climático. Esas que dejan adivinar la compra de cada uno. Le gustan. A Lucas. Las bolsas de plástico semitransparente.
En sus horas matutinas y muertas, en la esquina de la avenida, ve cientos de personas cargando con ellas. Según un estudio realizado por él mismo en el pasado mes de Abril, el 87,50% eran amas de casa, un 8,25% hombres mayores de 50 y el 4,25% restante, jóvenes universitarios con mala cara. Como ya he dicho su estudio estadístico se realizó en horas de jornada matutina, hasta, aproximadamente, las 2-2 y media y siempre durante el ejercicio de su actividad laboral como vendedor de cupones de esquina, silla de pescar y voz semideseagradable que utiliza para tentar a todo el que pase por su “¿…y si toca?!”
Lucas tiene 50 años, no-sé-qué-músculo de la pierna atrofiado, 2 hijos (Domingo y Antonio), una mujer que le dejó viudo demasiado pronto y 3 gatos (Tom, López y Antuán, así, tal cual). Además, podría decirse que tiene, además de su labor como “repartidor de suerte” –que le llama él –la de estadístico callejero de balde. Así, cada mes se propone un estudio a realizar entre los viandantes que pasan por su esquina.
Aprovechando los últimos días en la vida de las alucinantes bolsas de plástico semitransparente, Lucas se ha propuesto hacer una “Lista de la compra media” de los hogares de su ciudad y estudia con esmero los contenidos que se vislumbran tras el plástico. Piensa –filosofía callejera, que le llama él –que observando lo que compra un individuo (o individua) puede uno llegar a saber qué tipo de persona es, si vive en pareja –si no –si tiene hijos –si no –si trabaja –si no –si es mileurista –si no –si tiene tiempo libre –si no –si utiliza lista de la compra –si no – …e infinitas posibilidades que da la bolsa de la compra de conocer realmente a su portador/a.
Después de terminar el estudio, en su casa y acompañado por alguna copa de whisky, realiza una tabla con porcentajes que calcula de cabeza y va poniendo, uno a uno, los treinta artículos más comprados por los hogares de la ciudad. Una vez terminado, analiza cada uno de los productos de la lista, comparándola con listas de la compra propias que ha ido almacenando durante un año. Comprueba que son las tres de la mañana. Solo descubre una divergencia –solo una –entre ambas listas. Triste y desolado se marcha a la cama, prometiéndose que mañana sin falta, aunque sea por converger con la media, comprará preservativos en el supermercado.
lunes, 31 de agosto de 2009
City Sounds II


The one that makes me scream" she said
"The one that makes me laugh" she said
And threw her arms around my neck
"Show me how you do it
And I promise you I promise that
I'll run away with you
I'll run away with you"
miércoles, 19 de agosto de 2009
Lugares comunes: hogares en construcción

Desde la azotea, un rebaño de grúas como velas en la tarta de cumpleaños de un septuagenario abuelo. Y debajo de cada una de ellas, un proyecto de edificio, esqueletos hormigonados de viviendas sin terminar, hogares sin alma ni tabiques. No hay ventanas, solo huecos. En algunos muros, yeso a medias, ladrillos y cemento en hileras horizontales que forman el coloso vertical… De cuando en cuando, y como único ápice de vida, latas de cerveza vacías por el suelo, colillas extremas de cigarrillos, un sombrero de paja. Cuando sopla, el viento pasa de largo.
El edificio Mirador[1] es uno de ellos. Pequeño, de sólo 12 viviendas, interrumpieron su cerramiento en la segunda planta. Las razones dan igual… quizá solo importen los efectos. Zona de expansión, avenidas grandes, plazas y jardines, buena comunicación con el centro de la ciudad. El anterior dueño del terreno no volverá a pasar hambre, ni sus hijos, ni los hijos de sus hijos... Hoy, el edificio –o su promesa –espera paciente a tiempos mejores, derrotado por un coitus interruptus en el que nadie tenía ni idea de técnicas tántricas. Ahora: todos con dolor de huevos.
Durante el día se oyen los ecos de obras cercanas con mejor suerte. Golpes metálicos, maquinaria de estrépitos, voces con cascos. De noche el panorama es muy distinto. Casi todo es silencio y oscuridad. Nadie pasea aún por esas avenidas a medio hacer. De hacerlo, y prestando atención, podría observar cierto fulgor en las ventanas del 2º D. Un zigzagueo lumínico.
Roberto tiene treinta y cinco y un futuro incierto. Él y Alicia son padres de Luis, de 5 años, y de Alba, aún por venir. Hace apenas unos meses, la cuadrilla de Roberto terminaba el cerramiento de las dos primeras plantas del edificio. Ahora, despedidos, desahuciados y desesperados, se esconden a la luz de las velas para tener un techo. Mientras buscan la solución, compran en el Lidl, viajan en autobús y se imprimen Currículums en casa de algún amigo, como cualquier hijo de vecino. Calientan latas en una cocina de camping y consiguieron un colchón de matrimonio que alguien desechó. De manera inexplicable, han conseguido ocultar su situación a sus padres. Un transistor a pilas les mantiene informados de la última evolución del Euribor, el precio de la vivienda y el descenso de la firma de hipotecas. Sobreviven con la paga del INEM de Roberto, que acabará antes de que llegue Navidad.
Hace unos meses, él, como su antiguo jefe, también intentaba construir un hogar.
[1] Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
martes, 11 de agosto de 2009
Noche de tormentas
La luz de la cocina parpadea con la asiduidad de las películas de miedo. La encimera, el fregadero y tú aparecéis en flashes fugaces de un blanco interrumpido para volver al espacio a oscuras, nocturno. Amanecer es que tú abras el frigorífico y, con una sonrisa cruel, me pases una cerveza. Tu beso solo sabe a aproximación. De nuevo oscuridad.
La lavadora centrifuga mientras buscamos el trasluz de la ventana. Ese otro beso tuyo no ha llegado en son de paz. La luz continúa zigzagueando entre tú y mi cabeza, relampaguea el tubo de neón… abres la ventana.
Entonces descubrimos la triada perfecta: A lo lejos, más allá de la ciudad y sus electricidades, una tormenta se avecina con la pereza de lunes por la mañana, estalla en mil rayos, entre las nubes, ahogando de luz el cielo ceniza.
Por su lado, la cocina acoge una tormenta propia que surge desde el techo e inunda a destellos veloces cada rincón. Completa la triada circular nuestra tormenta propia, que inicias con tu beso-relámpago, ante el que yo no puedo más que doblegarme.