Ya no hay sabor a rebujito ni manchas amarillas en sus zapatillas, no queda rastro de los olés y la euforia colectiva... todo vuelve a la normalidad. A esta normalidad instalada en el desánimo, el pesimismo y el abatimiento. A esta normalidad de cimientos podridos y olor a desagüe, de aceras tristes y boletines informativos de fondo amargo. No hay ciudad que aguante esta normalidad autodestructiva y desesperanzadora, ni alma que soporte este intenso y constante mal rollo colectivo.
Por todo ello, y movido por su candidez, ha decidido enviar un anuncio para su publicación en la sección de clasificados (varios) del periódico local:
SE NECESITAN días festivos, alegrías varias y risas espontáneas para amenizar periodo de decadencia anímica. Razón: Junio 2010.
No ha obtenido respuesta. Tampoco la buscaba.
3 comentarios:
Es verdad, A.G., se percibe ese mal rollo colectivo, ese índice-país-en-decadencia, pero también hay como más ganas de reír, como esas carcajadas tontas en los entierros, una manera de aliviar la tensión de los monosabios-que-no-saben ná
Una entrada genial.
Gracias, Anónimo. Quienquiera que seas.
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