miércoles, 26 de diciembre de 2012

Carta de ajuste, heridas sin cerrar.

Una pre-despedida que escribí hace meses 
y que hace poco que es una post-despedida.



Me mira como quien mira una carta de ajuste. Trato de atraer su atención desde el lugar en el que ahora mismo tiene su pensamiento, le pido que me cuente algo. De un tiempo a esta parte, ha dejado de utilizar el presente cuando habla. Ahora sólo usa los pasados en cualquiera de sus formas, como si hubiera encallado sus historias unos meses atrás, como si el ahora únicamente fuera una inercia de algo que hace tiempo dejó de recibir energía y siguiera en movimiento de forma sistemática, impulsado por una fuerza interior, apenas perceptible, anodina, casi pueril.
Hay una despedida tatuada en cada palabra, en cada gesto de cariño, un adiós preocupado [de no sabe qué] que queda flotando en el aire, como estela de sus abrazos y besos. Los surcos de su piel, agravados con su constante pérdida de peso, dibujan cientos de sonrisas en las manos y la cara. El cuerpo, cada vez más minúsculo, cada vez más encorvado por el peso de saber que a uno se le han convertido en dunas los caducos granos de su reloj de arena, que queda poco tiempo, que siempre quedó poco tiempo para casi todo.
La observo mirándome como quien mira una carta de ajuste y me pregunto: ¿quién está menos preparado de los dos?
Una ausencia ha comenzado a emerger en los rincones que frecuenta. Una ausencia plácida, pero triste, asumida, pero amarga. Una ausencia que comienza a expandirse como sombras de un atardecer que uno desea mantener en la retina, estirando al máximo esas horas de luz en las que el semicírculo solar es una expresión mínima rozando la línea del horizonte. Pero no es esa ausencia suya latente la que me duele, sino su decadencia. Es ese verle en escombros, ese sentir que son cenizas sus risas, ese ser consciente de que pronto de ella solo quedarán nuestros recuerdos, todo ello es lo que me entristece porque ya nunca tendré tiempo suficiente para abrazarle todo lo que quisiera, todo lo que yo necesito y todo lo que ella necesita.
Me mira como quien mira una carta de ajuste. Pronto llegará el momento de “despedida y cierre” y quedará niebla gris, tristeza fractal y sonido blanco en forma de nudos de garganta. 

Gárgolas



Seamos gárgolas, gárgolas vomitando la basura acumulada en los aleros, achicando el agua sucia de los tejados. Gárgolas monstruosas, ahuyentando los malos espíritus, las maldiciones y los ataques de un diablo de color verde. Gárgolas escupiendo a la ciudad las verdades que duelen, los posos putrefactos que el tiempo ha dejado en las cubiertas de estas catedrales que hoy se nos derrumban. Nos ha tocado ser gárgolas, gárgolas de aspecto grotesco descargando de dramas y oscuridades la lluvia gris con la que esta tormenta nos bombardea constantemente. Gárgolas evacuando las infamias escondidas en las alturas y las sombras, dándolas a conocer a la urbe a ras de suelo, esparciendo su indecencia en las aceras y los cafés. Seamos gárgolas, gárgolas vigilando desde nuestra atalaya, luchando por embellecer este cielo lóbrego, este futuro nuestro, incierto, incómodo, desapacible.

[Gárgolas]

Gótico necesario



Fotografía extraída de http://goticoeuropeo.blogspot.com.es

Antes de venirme abajo y desaparecer en la negrura más absoluta, apareciste. Me hiciste ganar altura, fortalecerme de arbotantes, llenarme de vanos con cristales tintados en colores falsos, inundarme de sol. Contigo este gótico especulativo de oscuridades y tristezas provocadas por una religión-codicia se vuelve tenue, más esperanzador. Me siento catedral, luchando contra la sombra de los rincones, soy bóveda de crucería con sistema nervioso central, soy rosetón sin espinas, mi corazón en el ábside, mi voz un púlpito sin afonías. Soy un elemento más, un componente más de este gótico salvaje y caótico. Tú, la parte más importante: 




la luz.


domingo, 16 de diciembre de 2012

Agujeros negros [renacer]




El día que tú y yo lo perdamos todo [o lo demos todo por perdido], nos convertiremos en nada; en partículas antimateria, haciéndonos desaparecer a nosotros mismos: nuestros propios agujeros negros. Y a partir de la nada [del rigor mortis], renacer: olvidaremos los dogmas, romperemos a mordiscos los cordones umbilicales que nos atan a este feudalismo atroz y –prométemelo –retomaremos por bandera la belleza, las artes, las ciencias: entre tú y yo, provocaremos la globalización del humanismo, la vuelta al antropocentrismo, el amor a nosotros mismos. Tú serás Venus [la inteligencia pura] y yo soplaré en tu nuca para llevarte a la nueva orilla. Reviviremos una Metamorfosis [Ovidio dixit] necesaria desde hace años, haremos constitucional su Ars Amandi y echaremos a perder [porque somos agujeros negros] el pasado de castillos de naipes, mercados de humo [también negro] y caminos de perdición. Renacimiento, revolución, reforma protestante. Te necesito a mi lado: para subir el telón: para mostrar las luces: para iluminar el mundo: para atestiguar que: por encima de la barbarie económica [dogmas, feudalismo, cordones umbilicales], del esperpento especulador [alhóndigas bursátiles, burbuja inmobiliaria], y los lodos de aquellos barros [perdido todo, rigor mortis], por encima de todo, los verdaderos tipos de interés somos nosotros: [agujeros negros] de los que ni la luz puede escapar. 

sábado, 15 de diciembre de 2012

Luciérnagas



Como el abismo y los pliegues de una noche cerrada, como el interior de tus párpados, como los años luz fundidos. Como las entrañas de un tubo de escape o el espíritu de una vivienda donde no vive nadie. Como un domingo de resaca, como el lunes después de un domingo de resaca. Como una escena nocturna en una peli en blanco y negro, como el luto mal llevado, como un poso de heroína, como un espejo bocabajo, como un horno usado, como un pulmón fumado. Como un joven sin futuro, como un futuro sin esperanza, como una Esperanza que dimite. Este presente nuestro es oscuro porque nos han cortado la luz. Es hora de no depender de tendidos eléctricos ni de facturas con lecturas aproximadas, hora de que nos valga con el viento, de ser luciérnagas.

[Nuevo texto correspondiente al proyecto Transgótico]

jueves, 29 de noviembre de 2012

Times Square

El pasado 4 de Noviembre, se inauguraba la exposición "Transgótico" en la que este Ciudadano B ha tenido la oportunidad de participar. La exposición gira en torno a la visión actualizada del Gótico que cada participante ha querido trabajar. Ciudadano B ha aportado varios textos que hacen referencia al Gótico como salida del oscurantismo actual, el uso de la luz, la necesidad de un Renacimiento... aquí cuelgo el primero de los textos, titulado "Times Square":





C
atedral gótica 2.0, noche de invierno. Las vidrieras de un futuro que ya nos alcanzó nos iluminan más allá del crepúsculo. Es el nuevo reinado de las luces de neón. Luces artificiales para una sociedad artificial que sólo aspira a quedarse ciega. Saint-Denis del siglo XXI, noche-vorágine. Kilowatios indecentes, luminiscencia divina, incitación al consumo. Todo ha cambiado y sin embargo seguimos siendo manipulados. Luces de neón para camuflar una humanidad de sombras, negruras y tristezas. Los santos de las vidrieras de ayer son iconos efímeros en las pantallas de hoy, vacíos de razones, átonos, expuestos en púlpitos de LEDs ecológicos. Era del conocimiento, evolucionados pero anclados en el oscurantismo gótico, somos conocedores de nuestro sometimiento a los poderes fácticos. La luz, un yugo más.



Y esto no es todo: para colmo, David Vicente, otro de los participantes en la exposición y cuyo blog podéis ver aquí, ha hecho un montaje audiovisual con mi texto, que podéis ver a continuación. Disfrutadlo:


David Vicente B NY from David Vicente Vicente on Vimeo.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Más versos...



Acústica

Recién despertado, aún en la cama,
con los ojos cerrados percibo los ecos
de tu bajar matinal de escaleras.
Después, ajetreo de cocina y vasos,
silbido de café, un saltar de tostadas.
Es tu ritual sonoro de mañana entre semana.
Disfruto de la musicalidad de tus rutinas,
tu ducha caliente, tu vorágine de armarios
y prisas y secador y cajitas de maquillaje.

Después un silencio breve: tu beso
de despedida por obligación laboral.

Es adorable oír tus ruidos por la casa,
el sonido de tus movimientos en el sofá
o del crepitar de tu cepillo de dientes
y el grifo de agua fría para tus encías.
Desde mi encierro en esta habitación gris,
te escucho los pasos, pasar de largo,
abrir una puerta, conquistar habitaciones,
llenarlas de tus longitudes de onda
y tus frecuencias y tus acústicas.

Solo deseo tus silencios si me traen
besos, miradas cómplices, desnudez.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Bosón de Higgs [aproximación a la felicidad cuántica]



El 4 de Julio de 2012, científicos del CERN, dijeron haber descubierto, tras años de búsqueda, el enigmático Bosón de Higgs en el Gran Colisionador de Hadrones [siglas en inglés, LHC], muy cerca de Ginebra. Tan deseada partícula es la responsable de que el resto de partículas elementales tengan masa. Fue entonces que me acordé  ella y del año que pasamos buscando nuestro Bosón, aquello que le diera peso y sentido a aquella relación que tiempo atrás nació de una supernova. Pero todos los Bosones son iguales: se desintegran fugazmente [apenas duran un zeptosegundo] y el nuestro ya había tenido su zeptosegundo de gloria. Hoy cada avenida, cada hogar, cada final de mes, cada sesión en el Congreso, es una reproducción miniaturizada de lo que nosotros experimentamos hace años, un pequeño Gran Colisionador de Hadrones [siglas en inglés, LHC] donde se busca con desazón, a veces también cerca de la dulce Ginebra, la razón de ser de estos días tristes, los motivos para albergar esperanzas, la masa de todas las partículas elementales de nuestra felicidad. Luchemos por convertirnos en quarks, adscritos al Principio de Exclusión de Pauli, acerquémonos a la velocidad de la luz y hagamos aparecer nuestro Bosón, aunque todos los Bosones sean iguales [apenas duran un zeptosegundo] y cada segundo sea diferente. Acto seguido, por descuido pasional y casi de penalti, crearemos el universo.

[Bosón de Higgs]
[aproximación a la felicidad cuántica]

lunes, 2 de julio de 2012

Lugares comunes: Los rascacielos (relojes de sol)


Tú sonreías y te entregabas al atardecer sobre Manhattan desde las alturas. 381 metros nos separaban del  maremágnum a ras de suelo de la 5ª avenida. Sobre el Empire State, la inmensidad era una brisa suave, una luz naranja, un sentimiento común que trataban de recoger los objetivos de las cámaras digitales de todos los turistas. Torre de Babel. En ese momento, el esperanto son miradas que expresan embriaguez, quizá un Stendhal sobrevenido, uno nunca sabe qué esperar de un ocaso art decó. Nosotros sobre el Empire State, su sombra sobre la Gran Manzana y el atardecer sobre nosotros. Nueva York es eso: un cúmulo de sobreexposiciones. La cúpula del Chrysler comenzó a iluminarse. Te repetí una y mil veces que aquel era mi edificio favorito y comprobamos que toda la ciudad era un homenaje al tiempo, con cientos y cientos de relojes de sol inmensos que albergaban oficinas, viviendas, habitaciones de hotel, despachos de decisiones importantes. Miramos más allá y los dos fuimos también relojes de sol, impotentes de controlar el tiempo, no más que meros testigos de su paso por encima de nuestras cabezas, de la sombra que proyectamos en los otros, de la otra vida que llevamos en las nocturnidades y las alevosías. La ciudad  fue mutándose, cambiando su piel de tacto solar por farolas encendidas y carteles de neón. Las avenidas, autopistas de estrellas fugaces; y el Chrysler iluminado, altivo, reluciente su cúpula con los tapacubos gigantes más bellos del mundo [te repetí una y mil veces que aquel era mi edificio favorito] adornando la ciudad en un ocaso que no era el ocaso, sino un renacer a la noche, como si la noche siempre hubiera estado allí, reinando en las alcantarillas y sus penumbras, concediéndonos el falso honor de ser, día tras día, relojes de sol, meros instrumentos del tiempo y las sombras.

miércoles, 11 de abril de 2012

Perdidos



Yo también viajaba en el 815 de Oceanic Airlines
que por causas desconocidas se precipitó en el Pacífico.

Marrón-tierra, tus ojos.
Verde-selva, los míos.

Olas que vienen de lejos, de antes del accidente,
me trajeron a tu isla de LOST junto al resto.

Fuerza telúrica, la tuya.
Mero magnetismo, el mío.

Quizás nuestras vidas ya se cruzaron antes
en un flashback de hace muchos años.

La Orquídea, para mí.
La Perla, para ti.

Cuando esto acabe, búscame en el avión,
envuelto en el bucle del eterno retorno.

La vida ideal



En una vida ideal, uno tendría a los seres queridos siempre al alcance de la mano o un par de barrios más allá, compartiría cervezas e inquietudes semanalmente, poniendo en común proyectos personales que acelerarían todos mis procesos creativos y con todo ello conseguiría quitarme de encima ciertos complejos y vergüenzas que me impiden hablar con naturalidad de lo que para uno es cotidiano e hiriente.

Hoy le he abierto las piernas a la ciudad y he disfrutado metiéndome dentro, a la deriva y sin control. Un acto poético de lo más sensual.

Pero la vida ideal, normalmente, solo dura una semana… 

domingo, 11 de marzo de 2012

El dióxido necesario (recuerdo de Central Park).


Pedaleabas y te hacías dueña de Central Park, sorteando corredores de footing y parejas con perro. Te rodeaban árboles que el otoño había enrojecido y un frío que no lo era tanto detrás de las bufandas y las bicicletas. Aquel día tomamos el café con Alicia y sus maravillas y nos tumbamos en Strawberry Fields a la sombra del Dakota en compañía de un Playmobil. El sol en el lago, el ojo en la cámara, la vida en derredor.

Si Central Park es el pulmón de Nueva York, nosotros fuimos eritrocitos aquel día: nos llenamos de O2 en un paseo en bicicleta y fuimos soltándolo, más tarde, poco a poco, en cada cm2 de toda la 5ª avenida.

Porque cada ciudad –sin excepción –necesita del oxígeno de sus habitantes.

En cambio, sólo algunos habitantes –sólo unos pocos malditos –necesitan del dióxido de sus ciudades de origen. Cuando eso sucede, el síndrome de abstinencia por ese CO2 en particular es brutal.