martes, 20 de enero de 2009

Posibles etcéteras

30 minutos en coche para llegar al trabajo. 5 kilos de sobra. Tener abandonados los pinceles, la guitarra y la lírica. 4 horas y poco en coche si quiero ver a mi familia. 4 horas y poco en coche si quiero ver a buenos amigos. Tener más problemas de los que me busco. Trabajar más de lo que desearía. Echar de menos algo constantemente. Leer menos de lo que deseo.  No ver demasiado la luz del sol. Tener un Colectivo en stand-by. Vestir el 60% del tiempo disfrazado. No ver llover todo lo a menudo que me gustaría. Escuchar todo el santo día a la gente hablar de la crisis y sus pesimismos.  Que un amigo no encuentre un trabajo digno y estable. Que Córdoba siga lejana y sola. Algunos amigos de allí aún no han podido visitarme. A mi hermano no le llamarán en una temporada. Mi hermana no se aclara con las mates. Lucía tiene ropa sin estrenar. Santiago queda lejos. Necesito ciudad, calles, gente, bares, cañas, tapas y copas. Echo de menos madrugadas Automáticas, con gente de naranja regando las calles. Una pareja de amigos obligada a convivir con la distancia. Perderme nuevos recitales del nuevo referente de la poesía en la ciudad. Comerme las uvas sin ver el reloj de las Tendillas… largos etcéteras.

Siempre hay cosas que se podrían cambiar… 

jueves, 15 de enero de 2009

Lo raro

Lo raro no es despertarme sólo, no. Tampoco montarme en el coche sin copiloto de camino al trabajo. No será raro sentirte perdida en La Mancha ni sentirme perdido en todas las partes que siempre habito. Ni siquiera encontrar la casa vacía, el sofá desierto, un hueco en tu hueco. No lo serán tampoco los tallarines con tomate de las 4 de la tarde sin acompañante.

Lo raro será la sensación, la espera prolongada, esa lejana extrañeza o, mejor, esa extraña lejanía... tan rara.

domingo, 11 de enero de 2009

Cuesta de Enero


Se nos ha instalado el frío

en las esquinas y los balcones,

y un espíritu pesimista

en los corazones desangelados

de los viandantes.

Esta vida tiene esperanza

si están por los suelos el Euribor

y tu ropa interior.

Ha bajado el tipo de interés de tus besos,

el precio de la gasolina y de tus incendios

para combatir los bajo-cero.

 

Cuesta esta cuesta de Enero

de doce meses bisiestos,

pensando en que no pasarán.

Cuesta esa tristeza, el cabizbajismo,

las horas bajas, los ritmos lentos,

los comercios abiertos de diez a diez

y el frío ambiente de los estancos.

Cuesta subir la compra del supermercado

a tu cuarto sin ascensor

si sé que al llegar no te encontraré

arropada en un libro para adolescentes,

o consultando las noticias

vía página web.

 

Me prohíbo rendirme al ya común

“crisis is everywhere”

y le lanzo sonrisas falsas al aire.

Este Enero cuesta arriba

lo salvaré escondido

en los pliegues de las sábanas,

en el rincón de tus labios

o en el cajón donde guardas

las noches cálidas de invierno.


A.B.