sábado, 28 de febrero de 2009

Marzo y sus Asesinos

Febrero termina con la satisfacción del trabajo bien hecho, unas lluvias nocturnas y tímidas y la vista puesta en un marzo lleno de eventos.

Hoy toca sábado de celebración, de despedida del mes, de día 28, de previa a Marzo y sus Asesinos, de ver a gente que hacía tiempo no veía. Cualquier excusa es buena. Una casa de campo, una nevera llena de cervezas y una barbacoa a todo gas... el plan perfecto para un sábado nublado.

Os dejo en buena compañía...



22 de Marzo. Madrid... la entradas a buen recaudo.


miércoles, 18 de febrero de 2009

Hoy te toca a ti

Hace unos días le tocó a él. Hoy a ti.

Fue en Cañero, en la casa donde vivían tus padres. Me lo acaba de decir por teléfono la madre que -aquel día- te parió. A esperas de verte este fin de semana y celebrarlo como propongas, hoy lo he celebrado con cena especial: flamenquín con patatas.
 
No voy a decir cuántos, pero FELIZ CUMPLEAÑOS.

lunes, 16 de febrero de 2009

Lugares comunes: los atascos

A tempranas horas de la mañana la autovía es un infierno.

Intentar acceder a la ciudad en hora punta de la entrada al trabajo es una empresa harto difícil, no más, eso sí, que la de tratar de llegar puntual a la reunión de los lunes a primera hora.

Aquel lunes la alarma del teléfono móvil había conspirado contra mí y mi rara manía de llegar temprano a la oficina. Mi tenaz negativa a instalar el gas ciudad –pese a la insistencia de la compañía –hicieron que tuviera que salir a medio de la ducha para cambiar la bombona y conseguir terminar de desenjabonarme, todo ello retrasó algo más mi salida de casa. La primera tostada se me quemó mientras trataba de plancharme la camisa, a la que le descubrí una mancha cuando peleaba contra una arruga en la zona del pecho. La segunda tostada también se hizo carbón porque sigo sin comprarme el tostador con temporizador y porque a los zapatos, antes de las reuniones de los lunes con los superiores y según mis propias rutinas auto-impuestas, hay que echarles crema e intentar –siempre sin éxito por mi parte –sacarles brillo.  Finalmente, preferí quedarme sin desayunar a correr con el riesgo de echar a arder la casa por una maldita tostada. Antes de salir perdí otros cinco minutos localizando las llaves del coche que, como siempre, no recordaba que las había dejado en el bolsillo derecho del abrigo: la mesilla de noche, el cenicero del mueble del salón, el cajón debajo del televisor… ¡Ah, sí! ¡En el bolsillo del abrigo! La mañana no podía empezar peor: llegaría tarde a la reunión.

Las escaleras, llegue tarde o no, siempre las bajo de dos en dos y la puerta del garaje suele abrirse cuando le pulso al botón correspondiente del mando, que guardo, normalmente, junto al freno de mano. No estaba. Y no estaba porque Murphy siempre lleva la razón…  Tras unos segundos de angustia lo encontré en el bolsillo, esta vez izquierdo, del abrigo. Para dar la vuelta a la ciudad tengo que coger la autovía por esa avenida tan grande de dos carriles, que aquella mañana al ayuntamiento se le había ocurrido empezar a arreglar ciertos desperfectos que llevan años en la calzada, muy cerca de la acera. Un solo carril, salgo con retraso, y delante el autobús. Tardo tres minutos más de lo normal en salir a la circunvalación. Si la primera hora del día ha sido funesta, ¿qué me espera más allá?

Decido no escuchar las noticias, por si dicen que me he muerto por una explosión de gas en el edificio o por indigestión con el chopped de la cena. También es posible que anuncien la llegada de una ola gigantesca a la ciudad en pocos minutos. Cambio de dial mientras salgo de la autovía, …Sometimes everything is wrong, una canción a medias me alegra un poco el día y yo empiezo a tararear suavemente en torpe inglés. He recorrido solo dos kilómetros y el tráfico se hace más y más denso… now it's time to sing along  hasta detenerse. Luces de emergencia,… when your day is night alone freno, hold on, espejo, hold on, reloj: A cinco minutos del tiempo estipulado del inicio de la sesión… If you feel like letting go todo empieza a darme igual, empiezo a cantar más fuerte, bajo las ventanillas. La canción avanza y subo el volumen hasta tapar el ruido del tráfico… Well, everybody hurts, sometimes… Y entonces, everybody cries, la magia: un Polo Azul, también con las ventanillas bajadas, frena a mi lado, superponiendo el volumen de su Radio-Cd al mío, en el que tiene sintonizada la misma emisora que yo.

Ambos terminamos entonando a voces, compartiendo una aciaga mañana, el mejor estribillo para los días oscuros… but everybody hurts sometimes… Y mirándonos, hold on, sonriéndonos, hold on, y emprendiendo la marcha ante el atasco que comienza a disolverse, nos gritamos, desgañitándonos… Everybody hurts… you´re not alone…

Sucediendo esas cosas, uno puede permitirse el lujo de llegar tarde a la reunión con una sonrisa en la cara y decir estupideces como “me quedé durmiendo, siento el retraso”.

jueves, 12 de febrero de 2009

25 años

Los que bien me conocen saben mi debilidad por la obra de Cortázar. En mi visita a París, en Agosto del 2008, llegué a su tumba casi por casualidad. Hoy, 25 años después de su muerte, me es inevitable rendirle este pequeño homenaje: El famoso capítulo 7 de Rayuela, el capítulo del beso...

"Toco tu boca..."





Rayuela... de la tierra al cielo en 8 pasos.

jueves, 5 de febrero de 2009

Uno más


Dolores, conocida como una de las pulidoras de la Fuenseca, y Rafael, hijo del dueño de la taberna Los Palcos, en Cardenal González, tenían su primer hijo en la calle Juan Rufo, muy cerca de la Fuenseca. Seguirían la tradición de llamarle Rafael para que, veintiséis años más tarde, él se la saltara a la torera conmigo.
 
Hace sólo 56 años, aunque esté feo decirlo. Cualquiera lo diría.

Feliz cumpleaños, papá. Y bienvenido a tu nueva vida... la disfrutaremos, seguro.

Besos y abrazos... de esos fuertes y largos. 

lunes, 2 de febrero de 2009

Forever Young

año1.

(Del lat. annus).

1. m. Astr. Tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta alrededor del Sol. Equivale a 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos.

2. m. Período de doce meses, a contar desde el día 1 de enero hasta el 31 de diciembre, ambos inclusive.

3. m. Período de doce meses, a contar desde un día cualquiera.

También podría definirse como periodo de tiempo en el que se han generado 92 posts en este blog y más comentarios de los que podría esperar. Este blog surgió para una función concreta y de momento la he visto cumplida. No sé si cumplirá más años o no, todo esto acabará cuando deje de ser divertido, cuando ya sólo sea una obligación más, una rutina más, cuando las calles estén demasiado vacías como para ni inspirar algo medianamente deprimente. Otra de las razones por las que surgió era por la de hacerme sentir más cerca, ser algo cotidiano para la gente que no puedo estar a su lado. Un año y no sé cuántos más vendrán... este blog nació sin fecha de caducidad, pero supongo que algún día acabará. Dure lo que dure, este año, de momento, ha sido un placer y espero seguir cumpliendo años manteniendo el mismo espíritu.

Gracias a los que han dejado comentarios, a los que leen este blog en silencio (si es que los hay), a los que me animan a continuar y a todos los que me rodean, tanto física como emocionalmente porque también son una razón más.

A.B.

domingo, 1 de febrero de 2009

Paseos por la ciudad: Just a walk


Cierro los ojos y tengo 11 años, llevo una carpeta en la mano y el sol en los ojos. La plaza de la Magdalena, aún sin arreglar, no invita al descanso ni a los botellones en el césped. El cine de verano aún está activo y doblo su esquina adentrándome en los callejones empedrados que serpentean, se estrechan, aquella esquina siempre con los mismos graffitis. A la izquierda, cuando ya la calle se abre, hay un cocherón donde se venden pestiños los sábados. Con el tiempo descubrí que eran padres de un chaval repetidor que coincidió un año conmigo en ¿sexto? ¿séptimo? Ahora da igual, seguramente nos veríamos por la calle y ni nos saludaríamos. Después está la casa de esa chica rubia con ortodoncia que tanto gusta a todos. 

Encarnación Agustina, Gutiérrez de los Ríos, Pedro López... así se evita el Lorenzo, porque con once años aún no tienes gafas de sol y aprendes a utilizar la estrechez de las calles. A pesar de no pasar por ella, se siente la Corredera, que queda a la izquierda, unas casas más allá, como un ente que desprende una fuerza atrayente enorme. El Huerto de San Pablo, que el Ayuntamiento abrirá con los años aún es algo inexistente, solo un portalón al final de una calle sin salida a la derecha. Finalmente, salgo a Capitulares, donde un puñado de columnas y capiteles romanos sostienen un cielo despejado. De nuevo el sol. 

Sigo subiendo por Claudio Marcelo -Calle Nueva- y siento que ya es tarde. Las seis menos cinco.

Zafra Polo ya es historia en su perfecta esquina con María Cristina y el edificio de enfrente, justo en la esquina opuesta de la calle, ya está abandonado (hoy, sigue igual, aunque ya está proyectada su rehabilitación). La cuesta cuesta, C&A todavía resiste y el instituto Góngora me da la bienvenida a las Tendillas. Dos minutos para las seis.

El Gran Capitán a caballo rige el tráfico circular de la plaza. Las paradas de autobús, a ambos lados de la plaza, son refugio en días de lluvia. A la derecha, la Unión y el Fénix; a la izquierda, el bingo; y al frente el reloj. Definitivamente: llego tarde. Cruzo la plaza por el centro a paso ligero, esquivando autobuses, coches y palomas. La calle Gondomar, peatonal, me engulle; el Central Hispano aún hace esquina, justo en frente de la farmacia de Félix. Tengo que apretar el paso para recorrer la calle en apenas segundos y llegar al boulevard. Doblo la esquina a la izquierda, tomando el lateral de la iglesia de San Nicolás. Es la calle San Felipe. Ya estoy.

Sin saber cómo, me encuentro subiendo escalones de dos en dos, jadeando casi, y, por supuesto, sudando como un cosaco. La puerta, como siempre, está abierta. Saludo a Bartolomé, que me señala el reloj, "lo siento, lo siento". Paso por la sala como una exhalación y abro la puerta de la clase sin llamar.

- Good afternoon... I´m sorry...

- Don´t worry, Álvaro...

Las clases de inglés eran una excusa más para pasear.