CHINCHETAS
Bárbara lleva un bar, el Bara, con la barra de bar más peculiar de la ciudad. De madera oscura barnizada originariamente, Bárbara ha “customizado” su superficie agregándole chinchetas que clava manualmente, consiguiendo un toque de lo más chic para su local de copas y que contrasta a la perfección con esa mirada triste que tanto poder de atracción tiene sobre toda su clientela.
Las malas lenguas dicen que lo de las chinchetas empezó el día que un tal Roberto, su socio, compañero y pareja hasta entonces, abandonó el negocio para abandonar a Bárbara. La destrozó. Durante meses trató de olvidar a Roberto y sobreponerse, atrincherada en su barra de bar bajo aquella chincheta clavada. Pero Roberto fue la primera. Luego vinieron todas las demás. Dicen que Bárbara recuerda el nombre de cada chincheta, las caras siempre intenta olvidarlas. Juega con ellas, creando un inmenso mosaico de cientos de redondos rostros metálicos sobre su barra de bar con el fin de olvidar el primero y perderlo entre tantos otros.
Anoche me obligó a clavar mi chincheta particular –su última victoria –haciéndome prometer que no volvería por el local. A estas horas ya me habrá olvidado y yo solo seré otro pequeño fragmento de su historia chic de barra de bar.