lunes, 15 de agosto de 2011

Libertad en cadena


Mientras pedaleo y la ciudad pasa y me acaricia en forma de susurro, me entrego al liviano placer de sentir. El sol en mi cara. El equilibrio. La sequedad de los labios y las señales de STOP. La variación de coordenadas con la que se experimenta la más pura libertad otorgada [irónicamente] por una cadena: El movimiento circular de dos pedales traducido a través de ésta en la actividad de un piñón que convierte la energía recibida en la rotación de las ruedas que produce el desplazamiento de la bicicleta, generando en mi cuerpo, factor de fuerza en el sistema, la extraña y contradictoria sensación de levedad. Creerse viento. Ser una estela en ojos de los viandantes.
[Y tú nunca estás y tu ausencia me encadena].