lunes, 28 de junio de 2010

Lugares comunes: los balcones (II)

No sin dificultad, hace un nudo con el alambre. Lo aprieta, lo retuerce sobre sí mismo para asegurar el nudo alrededor del barrote del balcón. Respira hondo, resignado.

Primero era la hipoteca, posteriormente fue el coche, después la moto de su hijo y después una tarjeta para poder llevar a su familia de vacaciones. Luego vinieron las otras tarjetas para financiar las compras mensuales, la operación de miopía y la reparación del coche. Acabó llamando a aquellos teléfonos de los anuncios de dinero fácil, dinero que necesitaba para pagar las mensualidades de los préstamos originales y alguna cuota de tarjeta. Después recibía llamadas: si quería ampliar el crédito solicitado, directamente se lo concedían en línea. Entonces la línea se convirtió en espiral, la espiral en red de araña y la red de araña en un nudo en la garganta.

Acaba de sonreír. Ha terminado, los dedos doloridos. Le resulta irónico: dos nudos de alambre en el balcón de su casa podrían valer para desatar su endeudada vida.

El cartel lo dice bien claro, cualquier viandante podría leerlo perfectamente: "Se vende piso, se busca felicidad".

Ahora solo queda esperar que alguien llame y afloje la presión en su garganta y su cuenta bancaria.


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