Ya no hay sabor a rebujito ni manchas amarillas en sus zapatillas, no queda rastro de los olés y la euforia colectiva... todo vuelve a la normalidad. A esta normalidad instalada en el desánimo, el pesimismo y el abatimiento. A esta normalidad de cimientos podridos y olor a desagüe, de aceras tristes y boletines informativos de fondo amargo. No hay ciudad que aguante esta normalidad autodestructiva y desesperanzadora, ni alma que soporte este intenso y constante mal rollo colectivo.
Por todo ello, y movido por su candidez, ha decidido enviar un anuncio para su publicación en la sección de clasificados (varios) del periódico local:
SE NECESITAN días festivos, alegrías varias y risas espontáneas para amenizar periodo de decadencia anímica. Razón: Junio 2010.
No ha obtenido respuesta. Tampoco la buscaba.