domingo, 13 de diciembre de 2015

La volea de Zidane

                                            

                                 A J.C. Carazo

Te esperaré llegar.
Como caída del cielo,
acomodaré mi cuerpo
a tu impacto.

Solo quiero ponerte ahí,
donde te sueño,
donde te mereces.

Y así, en la soledad
de una ovación,
sentirnos grandes.

Esta noche soñaré contigo.
Serás el gol de mi vida.
Europa será nuestra.


jueves, 29 de octubre de 2015

En noches como esta

"Noche Maga" ©Sara Moyano http://saramoyanoreina.blogspot.com.es/

Hace unos años le regalé a una amiga dos reproducciones de dos obras de la artista cordobesa Sara Moyano entre las que se encontraba "Noche Maga". Las pasadas Navidades, mis padres, que sabían en todo momento que quedé prendado de las obras, me regalaron a mí el mismo par con el que yo había obsequiado a esa amiga. Ahora lucen de maravilla en mi habitación y me permiten ver cada noche y cada mañana, como si de una ventana más se trataran, la ciudad de la que vengo, hoy a 500 kilómetros.
Sucede que hace unos meses, observando el cuadro, me asaltó un recuerdo:

Es de noche y vuelves de una de noche de copas en compañía de los amigos de siempre, después de mucho tiempo tratando de reunirlos en tus recurrentes retornos a Córdoba. Te acompañan, camino del coche de vuelta a casa, y tienes una epifanía. El alcohol, la felicidad, la noche o tu ciudad encienden una luz que normalmente está apagada y lo ves claro: es un momento de esos para recordar. Y te vuelves a ellos para hacérselo ver, para mostrarles el valor de esa noche, el hecho de estar allí, cruzando ese puente, después de tantos años tejiendo otros tantos puentes para seguir unidos al cabo de la noche y sus cervezas y sus historias. Justo ahí, en mitad del puente, os detenéis para volveros a mirar la ciudad y ser conscientes de todo. A mitad de camino estáis: Entre las copas de antes y el camino a casa en coche, entre la ribera cálida y la orilla fría, entre las luces y las sombras, entre las complicidades y las despedidas. Córdoba siempre es cruel cuando todo son dosis breves, pero qué necesario es mirar atrás, tomar distancia y valorar los años y las compañías.
Después, lo recuerdas, llegarías a casa, y casi en duermevela, garabateaste en la libreta un par de líneas que meses más tarde se convertirían en este poema:




En noches como esta
                                           A ellos saben quién.


Quiero quedarme a vivir
en noches como esta.
Cenar mirando al río y a tus ojos,
observar mi sonrisa en la vuestra,
compartir vino y recuerdos
y risas y deseos de seguir aquí,
acurrucados entre todos,
al pie del tiempo y la distancia.

Quiero quedarme a vivir
en esta noche que ya es nuestra.
Tomar unos gintonics al amparo
de los 30º de esta madrugada
y una banda sonora original,
con las mejores vistas del mundo
y rememorar tantas otras noches
ahora ya no tan cotidianas.

Después, buscar el coche
cruzando el río y hacer un alto,
en mitad del puente,
para mirar atrás y observar
la ciudad en negro y noche,
algún neón, 
la cal,
la arena,
y ser 
conscientes de ese momento,
-hacerlo eterno,
o al menos, trascendente-
de ese estar allí, en ese ahora,
recogiendo lo que queda 
de nosotros,
de esa noche, 
de tantas noches,
de nuestra noche.

Quiero quedarme a vivir
en noches como esta:
Emborracharme 
como antes,
con vosotros, 
sin contemplaciones.

domingo, 25 de octubre de 2015

Cambio de armarios

Guardar abrigos y bufandas,
sacar las camisas de lino,
las sandalias y las mangas cortas.
Descendientes de la serpiente,
cambiamos de piel por temporadas.

En el suelo, expuesto,
nuestro atlas de geografía textil.

Peleamos, negociamos:
Yo tiro esto –porque, la verdad,
está hecho un asco –
si tú te deshaces
de esa blusa que odio.

Cierro los tratos contigo
abriendo tus cremalleras.

Adoro ver, mezclados,
tus vestidos de invierno
con mis cuellos vueltos,
tus medias tupidas,
mis botas de siete leguas.

Mis cajas de zapatos guardan
muchos caminos contigo.

sábado, 10 de octubre de 2015

El otoño

Imagen de J. Carlos Carazo [@jcarloscrz]

                    “Those raindrops are falling on my head,
                     they keep falling”

Sueño con que me desarmes
de locura y abandono
y que me desordenes
como haces con el otoño
cuando te espera al salir de casa
tendido en las aceras
y tu tarareas a B.J. Thomas
aunque no llueva,
ni yo sea Butch Cassidy
ni seamos atracadores de bancos,
y esto tampoco sea Wyoming.




viernes, 18 de septiembre de 2015

La infancia era aquello

Imagen de J. Carlos Carazo [@jcarloscrz]













La infancia era aquello:
Una burbuja
a punto de estallarnos encima
para ponernos perdidos
(calarnos los huesos)
de adolescencia.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Un columpio invisible

Imagen de J. Carlos Carazo [@jcarloscrz]





Dejamos la infancia atrás,
como una sombra con inercia
que nos persigue,
consciente 
de que para alcanzarnos
deberá dejar de divertirse.

lunes, 24 de agosto de 2015

Frames of life

Me ha tocado vivir en este preciso fotograma vivo, en este pasar de nubes y lunes, en este desgarro, vendaje y cicatriz, en aquellas lluvias, en estos lodos, en el transcurso pausado de un improvisado ahora, en la pequeña contradicción de una vida enmarcada: frames of life. Y es bello a pesar de los lunes y las tormentas, de las heridas y el asfalto. Es bello y no por las nubes y su paso lento, como de película de Wenders, ni por la forma de sonrisa que tiene mi cicatriz, ni por la sublime vorágine de inventar un baile a cada paso. Es bello porque tú, quienquiera que seas, también habitante deshabitado, miras conmigo y ves las mismas nubes, los mismos lodos, el mismo desgarro. Esa belleza.


jueves, 9 de julio de 2015

París (éramos jóvenes y de noche)


Éramos jóvenes y conquistábamos París sin aguacero. Cumplíamos promesas escupiendo desde una gárgola triste de Notre Dame. Nos dormíamos en el metro, nos perdíamos en el Louvre, descansábamos en los cementerios. El diluvio, Montmartre, dos cápsulas de Nolotil. Homeopatía, fotos de grupo, nunca iremos a Disneyland. Éramos jóvenes y con la ciudad a nuestros pies, alguien se declaraba entre risas. Bajábamos andando y gritando como si fuera nuestra la Torre Eiffel. Al anochecer, asaltábamos los supermercados, nos apostábamos la cena, fingíamos no tener nada que perder. Éramos jóvenes y nos gastábamos el resto en ingredientes para una resaca de viaje de vuelta: para los valientes, ron Negrita, para las señoritas, un Chardonnay adornando una alfombra. Éramos jóvenes y de noche cruzábamos los pasos de cebra de París en pijama. Éramos jóvenes. Éramos jóvenes y de noche. Éramos de noche y sueños, de blancos y negros, de aquel ahora. París, por supuesto, era una fiesta.

domingo, 7 de junio de 2015

Furgón destartalado


No sé bien en qué momento
perdí contigo el tornillo 
que me desarma,
ni en cual de tus intemperies
decidí abandonarme,
ni por dónde rompiste mi bolsillo
de las cosas importantes.

Por eso, este sonido
de furgón destartalado
al agitarme;
por eso, este sabor a óxido
de mis besos;
por eso, este hueco mío 
que siempre andas llenando.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Dos horas en meses

                                     A Jose

Para nosotros
la amistad quizás sea esto.

Que llegues tarde
y que te perdone la vida.
Después, descender a la noche,
atravesar en coche la ciudad,
[soy el peor
copiloto del mundo]
aparcar de oído,
caminar despacio,
bajar el Bailío,
discutir entendiéndonos.
Porque tú rechazas mi Limbo
y yo acepto tu Jazz Café.

Para nosotros
la amistad quizás sea esto.

Una barra de bar
con cervezas y escotes.
Encontrarnos aquí,
como siempre,
a pesar de los años
o por culpa de los años,
venciendo al tiempo
y a ese peso demoledor
de distancia mal llevada,
al otro lado de las ausencias
y esa dejadez nuestra,
tan desastrosa como recíproca.

Para nosotros
la amistad quizás sea esto.

Vernos
dos horas en meses
y que todo
siga como siempre.
Sentirnos vencedores.
Sabernos vencidos.

Foto de José Luis Ogea
Foto de Chema Rubira, extraída del perfil en Facebook de Jazzcafé Córdoba
Foto de Melette Mel, extraída del perfil en Facebook de Limbo Córdoba

lunes, 13 de abril de 2015

Las consecuencias

El incendio, primero,
la sed, después.
Las consecuencias
de un beso mal apagado
en las comisuras de tus labios.