jueves, 31 de mayo de 2018

Eco


Eco al entrar a casa,
al cerrar la puerta:
el tintineo de las llaves.
Su eco en la entrada.
Los pasos cansados,
las losas sueltas del corredor
y su ruido de gallina clueca.
Las monedas sobre la cómoda
-un irónico eco bursátil-.

Es martes y todo tiene el sonido
de las cosas que duelen.

El de abrir la nevera
y que todo sea incertidumbre,
el del portazo del agotamiento.
Todo se llena de ecos.
En su cabeza
el eco del eco de un ultrasonido
que genera en un ordenador
la forma de un feto inoportuno:
eco de una noche de mierda.

Garabatear un “lo siento”
y que el eco te responda “adiós”.

Salir al balcón, donde estalla
la ciudad en hora punta,
la desesperanza en aguasal.
Los ecos pesan más que las ausencias
y empujan al vacío del vértigo.
Tiñen de números rojos
las aceras de la vergüenza.
Un golpe seco, un grito ahogado:
a pie de calle, la realidad no genera eco.


Fuente: http://www.jotdown.es/2012/10/alvaro-corazon-rural-suicidarse-o-morir/