martes, 2 de agosto de 2016
Segundo inventario de pérdidas
martes, 25 de noviembre de 2014
El fin justifica los comienzos
martes, 1 de abril de 2014
Confeti
martes, 28 de enero de 2014
Una fecha erronea
sábado, 20 de julio de 2013
Lugares comunes: Pasos de cebra (2)
lunes, 3 de junio de 2013
Boda en la ciudad (crónica).
Besos que firman alianzas, pasodobles que se disfrazan en primavera, cielos barrocos que preceden a lluvias de cereales con confeti, alegrías que nos estallan en las manos con sabor a champán. No les cansan ni los abrazos al atardecer, ni las horas, días, meses, de quebraderos de cabeza. El fin justifica los nervios y acaba también con ellos: es hora de disfrutar. La Historia se cita con su historia de amor. Fotos, flashes hacia el pasado, flores en los pasamanos de un silencio cómodo. El río que divide en dos la ciudad, les une para siempre, el Triunfo se hace felicidad, el escenario les envuelve en un laberinto de azahar y buganvillas. De pronto vuelven a la multitud.
Se han propuesto ser causa y efecto, espiral de afectos, proveedores de motivos para amar.
Han acordado compartirse, seguir cumpliendo promesas y años, hacerse mutuamente eternos.
Poco a poco, se nos agrandan las risas, nos desborda el cariño, un dulzor incipiente comienza a rodear las palabras. Les vemos deambular, al son de la música, apurando las primeras horas de la primera madrugada. Fuera, rumor de patios y macetas añil. Dentro, estruendo en clave de pop, mojitos, hielo en escamas. Cruzan sus miradas, reiteran sus promesas, se ofrecen como refugio del otro. La noche se va alargando hasta el límite establecido, se van pidiendo treguas, varias banderas blancas, despedidas en forma de espiral, un hit de los 80's, luces fuera, abrazos, besos, adiós.
Al final del día, quedan solos los dos y aquello que les une. Todo lo demás es lo de menos.
miércoles, 13 de marzo de 2013
Paradas de autobús
*Fotografía tomada de la web http://eduardoochoa.com
domingo, 11 de marzo de 2012
El dióxido necesario (recuerdo de Central Park).
domingo, 12 de junio de 2011
Lugares comunes: los balcones (III)
sábado, 26 de marzo de 2011
Decisión: Erasmus
sábado, 8 de enero de 2011
Lugares comunes: Los semáforos.
viernes, 15 de octubre de 2010
Lugares comunes: las plazas.
lunes, 30 de agosto de 2010
Lugares comunes: Barras de bar (II)
martes, 2 de marzo de 2010
Lugares comunes: Salas de estudio
Yo también pasé horas y horas, incluso noches enteras, en alguna biblioteca. La facultad de Derecho caía cerca de casa, pero yo siempre preferí la sala de estudio de la, por aquel entonces, recién inaugurada Casa de la Juventud, aquel edificio multifuncional rescatado por el Ayuntamiento, antaño kasaokupa, que por aquellos años me acogió cálidamente.
Yo también hacía descansos, de hora en hora, para tomar café, salir al fresco, estirar las piernas, charlar un rato.
Yo también acabé sucumbiendo a las musarañas (siempre tuve tendencia a estar en ellas). Con el tiempo todos los allí presentes nos conocíamos de vista o de poco más.
Yo también seguí acudiendo a la sala de estudio, aunque sabía que el tiempo allí no era fructífero. Yo también caí en la tentación de unos ojos claros desconocidos, los más bellos de aquel entonces. Yo también me aprendí de memoria cada pestaña, cada onda de su pelo castaño atrapado en una diadema, cada forma de su boca al recitar sin sonido sus apuntes de palabras redondeadas. Yo también imaginé su nombre, nunca lo supe, la carrera que estudiaba, su edad, los bares que frecuentaba… Mientras malgastaba tiempo en sentirme culpable y en proyectos muertos de antemano, yo también me dejé arrastrar por su mirada y su efecto 2000 en mi sistema operativo, no quise escapar a ella, no quise. Yo también pensé en alguna locura en forma de post-it. Aquel año sólo aprobé dos cuatrimestrales.
Yo también me enamoré en una sala de estudio. Jamás volví a verla.
(Curso 99-00, Casa de la Juventud, Córdoba)
lunes, 2 de noviembre de 2009
Pretéritos infuturibles (lamentablemente)
Se ha levantado a las 9 y, después de desayunar y de tomarse su colección de pastillas-para-estar-buena, ha hecho la cama en un "plisplás", se ha puesto el traje de falda y chaqueta azul –azul apagado, que le dice ella –se ha aplicado coloretes en las mejillas y se ha pintado los labios de color rojo-rojo. Muy rojos. Es el color que utiliza los días que se siente fenomenal.
Yogur soja
Espárragos blancos
Filete ternera
Jamón Llor
COVAP (semidesnatada)
Calabazin
Peras O ubas.
Estropago
De vuelta, en el ascensor, aún se reía para adentro.
miércoles, 1 de julio de 2009
"Caricias": Drama urbano en 3 servilletas (III)
Servilleta "Caricias" azul, #3 (arrugada, en el suelo):
El futuro
Dentro de un rato, de tanto mirarla, se le habrán ido las ganas de decirme nada. Como tantas otras, se habrá marchado marchado, persiguiendo un rayo de sol, dedicándome una sonrisa en forma de “no nos volveremos a ver más”.
Yo me quedaré un rato sentado en la terraza, encajando el mismo golpe de siempre. Después, miraré el gentío de terrazas y buen tiempo a mi alrededor y lo contrastaré con mi individualidad. Con su imagen aún en la memoria, me marcharé vacío de vuelta a casa.
Convencido, como de costumbre, la habré perdido. Para siempre.
La mujer de mi vida.
Foto: extraída de http://fotos-cordoba.blogspot.com/
lunes, 29 de junio de 2009
"Caricias": Drama urbano en 3 servilletas (II)
Servilleta "Caricias" roja # 2:
El presente
En invierno en la Plaza de la Corredera ponen terrazas los bares los días que hace sol y yo acostumbro a sentarme en este que hace esquina, porque es donde te ponen las aceitunas más grandes con el hueso más pequeño. Helada la cerveza y la conciencia, he tratado de olvidarme de ella, concentrarme en el reloj de la plaza –las doce y veinte –y todo lo que he conseguido es sentirme noviembre.
Un minuto y veintitrés segundos más tarde el azar ha vuelto y ella ha reaparecido detrás de un sorbo de cerveza convirtiéndose en martes soleado en esta Plaza. Ahora está sentada en la mesa que hay frente a la mía, lee un libro de bolsillo y ha descubierto los tintos de verano. A mí me ha dado por gastar servilletas escribiendo todo esto, llevo media hora, dos cervezas y los mismos cigarrillos. A ella le he contado siete páginas, cinco sonrisas y una ilusión. De sus parpadeos ya he perdido la cuenta. No hago más que mirarla convenciéndome de lo evidente y tratando de que ella también se dé cuenta de ello, se levante, se acerque a mí y me diga lo que espero que me diga, así, casi todo de seguido, sin pausas... Algo como hola, ¿qué tal estás? ¿me reconoces? Soy yo. La mujer de tu vida.
domingo, 21 de junio de 2009
"Caricias": Drama urbano en 3 servilletas (I)

Pronto acabaste confundiéndote con los de tu especie, turistas de a pie, con mochila a cuestas, unos con cámara de fotos, otros con guías de viaje, tú con tu mirada desconocedora de alrededores y, en un segundo, te perdí.
Me respondí "que sí".
...continuará.
Foto: Extraída de Flickr - usuario violetí©