sábado, 28 de febrero de 2009

Marzo y sus Asesinos

Febrero termina con la satisfacción del trabajo bien hecho, unas lluvias nocturnas y tímidas y la vista puesta en un marzo lleno de eventos.

Hoy toca sábado de celebración, de despedida del mes, de día 28, de previa a Marzo y sus Asesinos, de ver a gente que hacía tiempo no veía. Cualquier excusa es buena. Una casa de campo, una nevera llena de cervezas y una barbacoa a todo gas... el plan perfecto para un sábado nublado.

Os dejo en buena compañía...



22 de Marzo. Madrid... la entradas a buen recaudo.


miércoles, 18 de febrero de 2009

Hoy te toca a ti

Hace unos días le tocó a él. Hoy a ti.

Fue en Cañero, en la casa donde vivían tus padres. Me lo acaba de decir por teléfono la madre que -aquel día- te parió. A esperas de verte este fin de semana y celebrarlo como propongas, hoy lo he celebrado con cena especial: flamenquín con patatas.
 
No voy a decir cuántos, pero FELIZ CUMPLEAÑOS.

lunes, 16 de febrero de 2009

Lugares comunes: los atascos

A tempranas horas de la mañana la autovía es un infierno.

Intentar acceder a la ciudad en hora punta de la entrada al trabajo es una empresa harto difícil, no más, eso sí, que la de tratar de llegar puntual a la reunión de los lunes a primera hora.

Aquel lunes la alarma del teléfono móvil había conspirado contra mí y mi rara manía de llegar temprano a la oficina. Mi tenaz negativa a instalar el gas ciudad –pese a la insistencia de la compañía –hicieron que tuviera que salir a medio de la ducha para cambiar la bombona y conseguir terminar de desenjabonarme, todo ello retrasó algo más mi salida de casa. La primera tostada se me quemó mientras trataba de plancharme la camisa, a la que le descubrí una mancha cuando peleaba contra una arruga en la zona del pecho. La segunda tostada también se hizo carbón porque sigo sin comprarme el tostador con temporizador y porque a los zapatos, antes de las reuniones de los lunes con los superiores y según mis propias rutinas auto-impuestas, hay que echarles crema e intentar –siempre sin éxito por mi parte –sacarles brillo.  Finalmente, preferí quedarme sin desayunar a correr con el riesgo de echar a arder la casa por una maldita tostada. Antes de salir perdí otros cinco minutos localizando las llaves del coche que, como siempre, no recordaba que las había dejado en el bolsillo derecho del abrigo: la mesilla de noche, el cenicero del mueble del salón, el cajón debajo del televisor… ¡Ah, sí! ¡En el bolsillo del abrigo! La mañana no podía empezar peor: llegaría tarde a la reunión.

Las escaleras, llegue tarde o no, siempre las bajo de dos en dos y la puerta del garaje suele abrirse cuando le pulso al botón correspondiente del mando, que guardo, normalmente, junto al freno de mano. No estaba. Y no estaba porque Murphy siempre lleva la razón…  Tras unos segundos de angustia lo encontré en el bolsillo, esta vez izquierdo, del abrigo. Para dar la vuelta a la ciudad tengo que coger la autovía por esa avenida tan grande de dos carriles, que aquella mañana al ayuntamiento se le había ocurrido empezar a arreglar ciertos desperfectos que llevan años en la calzada, muy cerca de la acera. Un solo carril, salgo con retraso, y delante el autobús. Tardo tres minutos más de lo normal en salir a la circunvalación. Si la primera hora del día ha sido funesta, ¿qué me espera más allá?

Decido no escuchar las noticias, por si dicen que me he muerto por una explosión de gas en el edificio o por indigestión con el chopped de la cena. También es posible que anuncien la llegada de una ola gigantesca a la ciudad en pocos minutos. Cambio de dial mientras salgo de la autovía, …Sometimes everything is wrong, una canción a medias me alegra un poco el día y yo empiezo a tararear suavemente en torpe inglés. He recorrido solo dos kilómetros y el tráfico se hace más y más denso… now it's time to sing along  hasta detenerse. Luces de emergencia,… when your day is night alone freno, hold on, espejo, hold on, reloj: A cinco minutos del tiempo estipulado del inicio de la sesión… If you feel like letting go todo empieza a darme igual, empiezo a cantar más fuerte, bajo las ventanillas. La canción avanza y subo el volumen hasta tapar el ruido del tráfico… Well, everybody hurts, sometimes… Y entonces, everybody cries, la magia: un Polo Azul, también con las ventanillas bajadas, frena a mi lado, superponiendo el volumen de su Radio-Cd al mío, en el que tiene sintonizada la misma emisora que yo.

Ambos terminamos entonando a voces, compartiendo una aciaga mañana, el mejor estribillo para los días oscuros… but everybody hurts sometimes… Y mirándonos, hold on, sonriéndonos, hold on, y emprendiendo la marcha ante el atasco que comienza a disolverse, nos gritamos, desgañitándonos… Everybody hurts… you´re not alone…

Sucediendo esas cosas, uno puede permitirse el lujo de llegar tarde a la reunión con una sonrisa en la cara y decir estupideces como “me quedé durmiendo, siento el retraso”.

jueves, 12 de febrero de 2009

25 años

Los que bien me conocen saben mi debilidad por la obra de Cortázar. En mi visita a París, en Agosto del 2008, llegué a su tumba casi por casualidad. Hoy, 25 años después de su muerte, me es inevitable rendirle este pequeño homenaje: El famoso capítulo 7 de Rayuela, el capítulo del beso...

"Toco tu boca..."





Rayuela... de la tierra al cielo en 8 pasos.

jueves, 5 de febrero de 2009

Uno más


Dolores, conocida como una de las pulidoras de la Fuenseca, y Rafael, hijo del dueño de la taberna Los Palcos, en Cardenal González, tenían su primer hijo en la calle Juan Rufo, muy cerca de la Fuenseca. Seguirían la tradición de llamarle Rafael para que, veintiséis años más tarde, él se la saltara a la torera conmigo.
 
Hace sólo 56 años, aunque esté feo decirlo. Cualquiera lo diría.

Feliz cumpleaños, papá. Y bienvenido a tu nueva vida... la disfrutaremos, seguro.

Besos y abrazos... de esos fuertes y largos. 

lunes, 2 de febrero de 2009

Forever Young

año1.

(Del lat. annus).

1. m. Astr. Tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta alrededor del Sol. Equivale a 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos.

2. m. Período de doce meses, a contar desde el día 1 de enero hasta el 31 de diciembre, ambos inclusive.

3. m. Período de doce meses, a contar desde un día cualquiera.

También podría definirse como periodo de tiempo en el que se han generado 92 posts en este blog y más comentarios de los que podría esperar. Este blog surgió para una función concreta y de momento la he visto cumplida. No sé si cumplirá más años o no, todo esto acabará cuando deje de ser divertido, cuando ya sólo sea una obligación más, una rutina más, cuando las calles estén demasiado vacías como para ni inspirar algo medianamente deprimente. Otra de las razones por las que surgió era por la de hacerme sentir más cerca, ser algo cotidiano para la gente que no puedo estar a su lado. Un año y no sé cuántos más vendrán... este blog nació sin fecha de caducidad, pero supongo que algún día acabará. Dure lo que dure, este año, de momento, ha sido un placer y espero seguir cumpliendo años manteniendo el mismo espíritu.

Gracias a los que han dejado comentarios, a los que leen este blog en silencio (si es que los hay), a los que me animan a continuar y a todos los que me rodean, tanto física como emocionalmente porque también son una razón más.

A.B.

domingo, 1 de febrero de 2009

Paseos por la ciudad: Just a walk


Cierro los ojos y tengo 11 años, llevo una carpeta en la mano y el sol en los ojos. La plaza de la Magdalena, aún sin arreglar, no invita al descanso ni a los botellones en el césped. El cine de verano aún está activo y doblo su esquina adentrándome en los callejones empedrados que serpentean, se estrechan, aquella esquina siempre con los mismos graffitis. A la izquierda, cuando ya la calle se abre, hay un cocherón donde se venden pestiños los sábados. Con el tiempo descubrí que eran padres de un chaval repetidor que coincidió un año conmigo en ¿sexto? ¿séptimo? Ahora da igual, seguramente nos veríamos por la calle y ni nos saludaríamos. Después está la casa de esa chica rubia con ortodoncia que tanto gusta a todos. 

Encarnación Agustina, Gutiérrez de los Ríos, Pedro López... así se evita el Lorenzo, porque con once años aún no tienes gafas de sol y aprendes a utilizar la estrechez de las calles. A pesar de no pasar por ella, se siente la Corredera, que queda a la izquierda, unas casas más allá, como un ente que desprende una fuerza atrayente enorme. El Huerto de San Pablo, que el Ayuntamiento abrirá con los años aún es algo inexistente, solo un portalón al final de una calle sin salida a la derecha. Finalmente, salgo a Capitulares, donde un puñado de columnas y capiteles romanos sostienen un cielo despejado. De nuevo el sol. 

Sigo subiendo por Claudio Marcelo -Calle Nueva- y siento que ya es tarde. Las seis menos cinco.

Zafra Polo ya es historia en su perfecta esquina con María Cristina y el edificio de enfrente, justo en la esquina opuesta de la calle, ya está abandonado (hoy, sigue igual, aunque ya está proyectada su rehabilitación). La cuesta cuesta, C&A todavía resiste y el instituto Góngora me da la bienvenida a las Tendillas. Dos minutos para las seis.

El Gran Capitán a caballo rige el tráfico circular de la plaza. Las paradas de autobús, a ambos lados de la plaza, son refugio en días de lluvia. A la derecha, la Unión y el Fénix; a la izquierda, el bingo; y al frente el reloj. Definitivamente: llego tarde. Cruzo la plaza por el centro a paso ligero, esquivando autobuses, coches y palomas. La calle Gondomar, peatonal, me engulle; el Central Hispano aún hace esquina, justo en frente de la farmacia de Félix. Tengo que apretar el paso para recorrer la calle en apenas segundos y llegar al boulevard. Doblo la esquina a la izquierda, tomando el lateral de la iglesia de San Nicolás. Es la calle San Felipe. Ya estoy.

Sin saber cómo, me encuentro subiendo escalones de dos en dos, jadeando casi, y, por supuesto, sudando como un cosaco. La puerta, como siempre, está abierta. Saludo a Bartolomé, que me señala el reloj, "lo siento, lo siento". Paso por la sala como una exhalación y abro la puerta de la clase sin llamar.

- Good afternoon... I´m sorry...

- Don´t worry, Álvaro...

Las clases de inglés eran una excusa más para pasear.

martes, 20 de enero de 2009

Posibles etcéteras

30 minutos en coche para llegar al trabajo. 5 kilos de sobra. Tener abandonados los pinceles, la guitarra y la lírica. 4 horas y poco en coche si quiero ver a mi familia. 4 horas y poco en coche si quiero ver a buenos amigos. Tener más problemas de los que me busco. Trabajar más de lo que desearía. Echar de menos algo constantemente. Leer menos de lo que deseo.  No ver demasiado la luz del sol. Tener un Colectivo en stand-by. Vestir el 60% del tiempo disfrazado. No ver llover todo lo a menudo que me gustaría. Escuchar todo el santo día a la gente hablar de la crisis y sus pesimismos.  Que un amigo no encuentre un trabajo digno y estable. Que Córdoba siga lejana y sola. Algunos amigos de allí aún no han podido visitarme. A mi hermano no le llamarán en una temporada. Mi hermana no se aclara con las mates. Lucía tiene ropa sin estrenar. Santiago queda lejos. Necesito ciudad, calles, gente, bares, cañas, tapas y copas. Echo de menos madrugadas Automáticas, con gente de naranja regando las calles. Una pareja de amigos obligada a convivir con la distancia. Perderme nuevos recitales del nuevo referente de la poesía en la ciudad. Comerme las uvas sin ver el reloj de las Tendillas… largos etcéteras.

Siempre hay cosas que se podrían cambiar… 

jueves, 15 de enero de 2009

Lo raro

Lo raro no es despertarme sólo, no. Tampoco montarme en el coche sin copiloto de camino al trabajo. No será raro sentirte perdida en La Mancha ni sentirme perdido en todas las partes que siempre habito. Ni siquiera encontrar la casa vacía, el sofá desierto, un hueco en tu hueco. No lo serán tampoco los tallarines con tomate de las 4 de la tarde sin acompañante.

Lo raro será la sensación, la espera prolongada, esa lejana extrañeza o, mejor, esa extraña lejanía... tan rara.

domingo, 11 de enero de 2009

Cuesta de Enero


Se nos ha instalado el frío

en las esquinas y los balcones,

y un espíritu pesimista

en los corazones desangelados

de los viandantes.

Esta vida tiene esperanza

si están por los suelos el Euribor

y tu ropa interior.

Ha bajado el tipo de interés de tus besos,

el precio de la gasolina y de tus incendios

para combatir los bajo-cero.

 

Cuesta esta cuesta de Enero

de doce meses bisiestos,

pensando en que no pasarán.

Cuesta esa tristeza, el cabizbajismo,

las horas bajas, los ritmos lentos,

los comercios abiertos de diez a diez

y el frío ambiente de los estancos.

Cuesta subir la compra del supermercado

a tu cuarto sin ascensor

si sé que al llegar no te encontraré

arropada en un libro para adolescentes,

o consultando las noticias

vía página web.

 

Me prohíbo rendirme al ya común

“crisis is everywhere”

y le lanzo sonrisas falsas al aire.

Este Enero cuesta arriba

lo salvaré escondido

en los pliegues de las sábanas,

en el rincón de tus labios

o en el cajón donde guardas

las noches cálidas de invierno.


A.B.

martes, 30 de diciembre de 2008

Everything changes

Febrero tuvo 29 días y a cual de ellos más loco. Logré un ascenso que ni me merecía ni me apetecía, quebraderos de cabeza y más dosis de auto-ocupación. Pusieron en marcha el acelerador de partículas más grande del mundo. Angie participó en Cosmopoética y yo me lo perdí. La Casa Blanca dejó de ser tan blanca. Adiós a Paul Newman. Surgió el Blu-Ray, conocimos el I-phone y descubrieron agua helada en Marte. Alguien hizo un ridículo espantoso en Eurovisión y, sin embargo, triunfó en la Eurocopa, la Copa Davis y Wimbledon. Algunos amigos –que no todos –viajamos a París y cumplí varios sueños. Nació este blog. Jose se enamoró y fue correspondido. Cambié de colonia y de apartamento una vez, de opinión más de tres y de calzoncillos algunas más. Paco y Clara se independizaron. Clara siguió con su beca y Paco encontró trabajo, se le acabó el contrato y ahora trabaja días sueltos en fiesta para fastidio personal, y que no falte.  Alguien tuvo una idea de descontar 400 € en la declaración de la renta. Bardem ganó el Oscar y Woody Allen grabó en España. Roberto Saviano se condenó escribiendo un libro de condena a la mafia. Barajas lloró en Agosto. Jesús encontró editorial para su Primer Libro.  Yo me encaramé a mi mesa y me salió creíble el papel del tío que lo tiene todo controlado… aún no entiendo cómo. Oí en directo Salitre y me sentí Turnedo en el Eutopía. Al más Loco me lo perdí. Liberaron a Betancourt. Dos niños se hicieron grandes de repente en una noche de verano lejos de su casa. Manoli encontró lo que no andaba buscando, también a muchos kilómetros de distancia de su casa. Fallé a un par de amigos el día de Navidad (mentí: fueron más de dos. Mentí de nuevo: no sólo fue el día de Navidad). Lola hizo un corto con un relato mío. Cordura, la película, vio la luz. Conocí a Francesca que me descubrió el Rum-e-pera que me descubrió la peor resaca del mundo. Conocí a más gente, me reencontré con viejos conocidos e intenté ampliar el concepto de amistad con mis amigos más próximos. No dejé que me importara ni la nariz de Letizia, ni la niña de Rajoy, ni los novios de la Duquesa. Me inicié en nuevas disciplinas, paseé mil veces por mi ciudad con los ojos cerrados, y algunas menos con los pies en el suelo. Hice dos mil fotografías, solté un millón de sonrisas y alguna que otra lágrima. Dormí caliente y a veces después de hacer el amor. Tuve vértigos e inspiraciones. Problemas, crisis y nostalgia. Me hice más preguntas de las que puedo contestarme. Me respondí de mala manera, me acosté sin ganas, dormí poco pero de un tirón y soñé mucho. Le di vueltas a la cabeza sobre si todo merece la pena. Tuve una oferta de trabajo no del todo interesante para el sitio más interesante del mundo para mí. Rechacé la oferta, me di una prórroga a mí mismo, porque sé que llegará. Seguí enganchado a la Coca-cola, el Neobrufén y las esquelas. Cogí nuevas manías, olvidé algunas estúpidas que tenía y me inventé más mentiras de lo habitual. Llovió bastante y me pilló normalmente sin paraguas. Viajé muchos kilómetros, normalmente en círculo, ¿dónde iremos a parar? Fui consciente de que Paula crece y de que Javi madura, mientras que Rafa y Lola permanecen (casi) igual (Rafa es cada año algo más calvo y Lola se cambia de peinado cada temporada). Di cientos de besos, algunos con cariño, otros por compromiso, unos de cortesía, otros de amor, otros lascivos, obscenos. Pasó el año y tuvieron que pasar miles y miles de cosas para que todo permanezca igual, casi inalterable, inmutable… y poder encontrarte aquí, a mi lado, siempre.

El 2008 ha dado para mucho. Saludos a todos con los que he compartido algo en este año que se va y más aún para aquellos con los que no voy a poder despedirlo.

Dicen que el año que entra será un año malo. Yo sólo espero que me siga dando oportunidades, que me abra puertas, que me haga mejor hombre y que me deje cumplir proyectos y sueños que aún mantengo. Os deseo lo mismo a todos.

A.B... despidiendo un 2008 movido.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Lo mejor

Miles de LEDs adornan la avenida. Vencen la noche o, quizás, la hacen más bella. Los comercios cuelgan su disfraz invernal de ofertas y promociones y en la esquina un gordo barbudo vestido de rojo aporta su tilín-tilín infernal a la banda sonora de las aceras. Guirnaldas de luz de una farola a otra, taxis ocupados para siempre y pasos de cebra con personas con manos con bolsas con espíritus navideños venidos a menos.

El frío se ha instalado en las esquinas. Tal vez un humo que no es humo salga de mi boca ahora que intento desearos lo mejor para estas fiestas y el año que viene ya se verá.

A.B... en la ciudad.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Una visita importante a la ciudad

Hace muchos años, en 1966... la ciudad era una ciudad distinta. Ajenas a la fama de los dos personajes, las calles y las gentes se dejaban grabar por una cámara para la posteridad. Os dejo las imágenes para el que no las haya visto ya.

Saludos.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Azotea de horas bajas.

A quién corresponda:

Es complicado, yo también lo sé. Experiencia propia. Ese escozor en el ventrículo, ese vacío en los deseos, ese aumento del gasto de neumáticos. Ni tu Ford Mondeo, ni su capacidad para generar excusas, ni vuestra economía os lo van a agradecer... pero, a veces, nadie te da a elegir.

La vida te lleva por caminos raros. Lo que un amigo te contaba en el Santa Ana hace unos años,  lo revives tú ahora. Te digo que es complicado, que sí, yo también lo sé. Pero siempre merece la pena.

A veces las azoteas como ésta sirven para despejarse. Sube, cuelga los bajones del revés, el relente de la noche les suele venir bien. Y tráete un par de cubatas de esos para compartir. Desde aquí también se disfruta de la ciudad, el Silencio. la noche. Bienvenido a mi azotea de horas Bajas.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Lugares comunes: los balcones.


Le sabían a regaliz los cigarrillos a Julio. Tenía la insana costumbre de fumarlos con el balcón abierto, con la mirada puesta en la plaza, tal vez en los muchachos que corrían detrás de un balón, o mirando las palomas que andurreaban alrededor de algún banco, o quizás vigilando el kiosko de Pedro, donde su hija Pilar le compraba el paquete de tabaco semanal junto a la prensa diaria. Le sabían a regaliz. Los cigarrillos. A Julio.

Con ochenta años que tengo, ya no será el tabaco lo que me mate.

Y lo encendía con parsimonia, y a veces llegaba Mario y le soplaba el encendedor. Entonces le miraba y lo encontraba sonriendo con picardía, como si tuviera ocho años. Nuevo intento, mismo resultado. Se le escondían los ojos al sonreir y le aparecían hoyuelos en las mejillas. El vivo retrato de su abuela, a la que emulaba en su infructuoso empeño de no dejarlo fumar. “Cabroncete”, pensaba Julio. Y le tocaba el pelo a Mario.

A Mario le gustaba ver a su abuelo fumar. Llegaba del colegio, salía al balcón y dejaba la mirada fija en el metro cuadrado que rodeaba a su abuelo, las ondas de humo, jirones de niebla con olor a nicotina. Entonces pensaba en si el humo tenía mal sabor.

El humo  tiene mal sabor, ¿verdad, abuelo?

A Julio le daba la tos mientras asentía con la cabeza.

Y si sabe mal, ¿Por qué fumas?

Vete a la cocina, Mario, te llama tu madre, ¿no la oyes?

Y no, Mario no oía a su madre, pero corría a la cocina.

Julio se quedaba pensando “diantre de niño” y miraba el reloj de pared del salón que marcaba las catorce-veinte. Entonces volvía a mirar a la calle, se apoyaba en la baranda del balcón con movimientos lentos y se le dibujaba una sonrisa. Ella estaba a punto de aparecer. Se le aceleraban las palpitaciones cuando torcía la esquina y, con su destreza habitual, subía la moto a la acera por el paso de peatones y la dirigía hasta el lateral del kiosko, donde todos los días a esa hora la dejaba aparcada. Le encantaba ese momento del día: observar como se bajaba de la moto, quitándose el casco y dejando al aire su melena pelirroja y ondulada. Luego guardaba el casco bajo el asiento, ponía el antirrobo y salía del campo de visión que el balcón le otorgaba a Julio. Al instante, sonaba el teléfono.

Julio, ¿la has visto?

Pues claro, Rodrigo

¡Qué maravilla! ¡Qué portento! Y hoy mejor que ayer, ¿eh?

Desde luego, Rodrigo, mejor que ayer

Y Rodrigo era su vecino de toda la vida, el del piso de arriba. Y oía su risa nerviosa  por encima de su cabeza después de colgar el teléfono móvil.

Después llegaba Mario con una servilleta de papel. ¿Podemos lanzar revolandetas? Y montones de papelitos con las alas abiertas caían girando y describiendo curiosas piruetas sobre la acera, los coches y algún transehúnte hasta que los platos estaban servidos. Julio apagaba su cigarrillo con falso sabor a regaliz, Mario tiraba “la última, por favor” a través de las rejas del balcón y, aún con las sonrisas puestas, entraban al comedor y se sentaban a la mesa.


Foto: Juan García Gálvez

jueves, 11 de diciembre de 2008

De embudos y disciplinas

Lo reconozco: afortunadamente, me cuesta conciliar el sueño últimamente. Y es que se me agolpan las ideas en la cabeza. Es buena época para crear. Es una de las razones por las que recientemente cuelgo poco por aquí: Intento diversificarme, probar nuevas disciplinas y, de paso, amueblar paredes del salón de mis padres.

Perdonen, es solo el cuello del embudo. Cuando se abra será la leche.

Saludos a los que empiezan a ser ciudadanos asiduos, viandantes habituales y vecinos de comentarios.

A.B.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Lugares comunes: Pasos de cebra.



Cierra los ojos y respira hondo. Se le llenan de marrones, grises y ciudad los pulmones. La pituitaria se le excita al olor de las castañas asadas del puesto de la avenida y el frío, polar, afilado, le hace escarcha en los ojos. Mientras espera la señal precisa, sube la cremallera de su cazadora, se cala la gorrilla y se siente comulgar con sus compañeros de la línea de salida.
El otoño ha esparcido de lucecitas los árboles y las noches, y se difuminan al final de la avenida entre tanto coche, autobuses, humo y ciclistas invisibles bajo sus bufandas infinitas. 
Al otro lado, en la otra acera, solo se ven cuellos alzados de abrigos, guantes y paraguas a punto de abrirse. Alguna sonrisa. Muchas bolsas. Unas botas katiuskas con gabardina. Dos perros con abrigo y un bisón con collar de perlas. Gente mirando el reloj. Un niño con mochila y gorro. Dos abuelos con sombrero y tantas arrugas como años.
Al fin la señal, el disparo de salida, semáforo-verde-peatón, y todos se lanzan a por él, entregándose a su encarcelamiento en blanco y negro, como personajes de Bergman. Entre todos ellos, él recorre lentamente el código de barras urbano, buscando miradas, sintiendo el tráfico humano, esquivando bolsas, codos y un carrito de bebé sin bebé. La señal verde empieza a parpadear, aprieta el paso y, de repente, encuentra la acera bajo sus pies. Entonces mira hacia atrás, sonríe, cierra de nuevo los ojos y vuelve a respirar hondo. Siente algo recorrerle las piernas, los dedos, las mejillas y las llamadas perdidas del móvil.
Debe ser el Otoño, piensa, o quizás la emoción de los pasos de cebra.

A.B.... casi terminando las vacaciones.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Aviso a navegantes

Para el que no lo sepa, este fin de semana tenemos algo que celebrar. Estaré por Córdoba y procuraré hacerme el encontradizo. Nos veremos el sábado: cena, cervezas, música y copas, ¿os parece?
Ahora sigue las instrucciones:
-Si has llegado aquí por el link que te he enviado al correo y no sueles pasarte por aquí, ya va siendo hora de que dejes un comentario y empieces a participar... (amigos para esto!)
-Si has llegado aquí por el link, pero te pasas normalmente a mantener el escaso contacto cibernético que el blog nos procura, saludos, Angie (nos vemos).
-Si has llegado aquí porque eres un ciudadano habitual,  un consejo: quedaría genial que el viernes dejaras un comentario con tu felicitación (es mi cumpleaños).
-Si has llegado aquí por casualidad, tienes todo el derecho del mundo a cerrar la ventana porque este post  no va destinado a paseantes en general. También tienes todo el derecho del mundo a leer otras entradas y decidir si te quedas un rato más por aquí.
-Si no estás en ninguna de las circunstancias anteriores, haz lo que te dé la gana.

Y que nadie pregunte cuántos.

Ea.

A.B.... cuatro días.

domingo, 16 de noviembre de 2008

La ciudad duele

Vivir lejos supone siempre tener la maleta preparada y la necesidad de volver; implica una sobredosis diaria de nostalgia, un recuerdo permanente en la retina y un estado mental dividido entre lo que estás haciendo y lo que estarías haciendo de no estar lejos.

Hay algo que llama al regreso y, normalmente, es ella. La ciudad y yo mantenemos una necesidad recíproca. Yo la necesito a ella tanto o más de lo que ella me necesita a mí,  como partes integrantes del otro. La ciudad se siente deshabitada cuando uno solo de sus habitantes se encuentra lejos, pasa lista, uno por uno, pone falta, no te olvida. Es algo que se clava y que, a veces, te obliga a reprimir alguna lágrima a golpes de llamadas telefónicas, palabras escritas, grandes esperanzas.

Al igual que la ciudad, el habitante también tiende a sentirse deshabitado, porque el asfalto, las calles, las esquinas que piensa son otras distintas a las que sus zapatos doblan. Cada paso que da tiene la certeza de que le acerca a ella; porque cada pensamiento, cada minuto cuenta... la necesidad de volver, el orgullo de pertenecer y permanecer pese a no estar, la capacidad de cerrar los ojos y estar allí, el lujo de los pequeños instantes, los días fugaces... 

La ciudad duele. 
Porque abro la puerta de la calle y no la encuentro. Subo las persianas, me asomo a los balcones, salgo a las azoteas, y ni el cielo ni las aceras me sesean.

Son días. Luego, se pasa.

viernes, 14 de noviembre de 2008

PERFECTOS DESCONOCIDOS (Ya puedes verlo)

Como ya os conté anteriormente, una gran y antigua amiga, Lola Rey, con la colaboración de Andalocio, adaptó un pequeño post que colgué aquí para convertirlo en un cortometraje. Una pequeña joyita que ahora vais a tener oportunidad de disfrutar.

Cabe destacar a los dos actores que dan vida a los personajes de la historia, en mi post llamada "Las colas". Felicidades, por tanto, a Lúa Santos y José Emilio Vera.

Cuando veais el corto no os creeréis que es sólo el segundo que esta joven cordobesa lleva a cabo. Ojalá le sirva el apoyo que desde aquí le mando para animarse con el siguiente (puedes aprovecharte de mí todo lo que quieras, de momento te da buen resultado).

Siento no poder colgarlo para visualizarlo directamente aquí, pero me ha dado problemas todo este tiempo, por eso no he puesto el post antes. Ahora visionadlo, disfrutadlo y, por apoyo a su directora, comentadlo más abajo.


Enhorabuena, Lolilla.