lunes, 20 de diciembre de 2010

Nuevas listas de reproducción de Diciembre: Música para alimentar la morriña navideña y Música para combatir la morriña navideña


En efecto: 2 listas. Porque esta época tiene tantos admiradores como detractores, para unos y para otros una lista. El pequeño propósito era hacer dos listas con los mismos autores y distinto espíritu (“pro” y “anti” navideño).
Elijan por ustedes mismos.



Sin título

Me acorralan el frío y las nostalgias,
las soledades y los minutos muertos.

Siento su aliento gélido, robándome oxígeno,
ahogándome contra este lado del sofá,
dándome esta muerte lenta y aburrida
de la que soy espectador y protagonista.

Me rodea este vacío de ganas y esperanzas,
este aburrimiento cruel que me hace escribir
estupideces, necedades y simplezas.

martes, 30 de noviembre de 2010

Lugares comunes: las aceras.

Aceras

Existe una ciudad distinta a uno y otro lado de las aceras // aceras
que dividen cada calle en los lados contrarios de una // misma cosa.
A un lado los números pares, kioskos y estancos // al otro
los impares, cafeterías, y una ténue esquina // donde un día
// siempre dije adiós. 

viernes, 26 de noviembre de 2010

Caminantes y paseantes: homenaje al flâneur

Observa a la muchedumbre y se entristece. Hundidos en su aburrimiento y la rutina de cualquier miércoles, los ciudadanos cruzan pasos de cebra en tropel, desplazan sus cuerpos por las aceras buscando portales determinados y caminan apresurados hacia edificios de oficinas o instituciones públicas. En su desenfreno ordenado e impetuoso, de origen laboral o espiritual, todos olvidan la esencia. Por eso se entristece: entre la aglomeración y sus vorágines, la mayoría pierde la capacidad de observación y disfrute simultáneos, la aptitud para admirar las maravillas que la ciudad les ofrece. Inmersos en sus historias e histerias, toda la ciudad es desierto, un gris y vasto desierto para ellos.



Por una lado, piensa mientras los observa, diligentes e inconscientes de lo que les rodea, que tienen, en gran medida, suerte de vivir inmersos en esa inconsciencia. A ellos les daría igual cualquier ciudad del mundo, su forma de actuar no cambiaría. Para ellos la ciudad no les influye, las aceras de Manhattan son iguales que las de Munich, los portales de Birmingham son muy parecidos a los de Amsterdam y así sucesivamente. Y eso, en parte, les hace afortunados, ajenos a la desgracia del desarraigo. Todos caminan, ninguno pasea.

Por el otro lado, pensando en sí mismo, se sabe afortunado. A pesar del desarraigo. A pesar de que necesite la ciudad a modo de su Prozac particular. A pesar del spleen post-euforia después de cualquier paseo a la deriva por sus calles. A pesar, incluso, de este síndrome de abstinencia que le induce un estado continuo de dolor agudo y visceral.

Él, al menos, es consciente del espectáculo urbano a cualquier hora, de las extraordinarias imágenes, del show que esconde cada vuelta de esquina, de la magia que impregna cada piedra, cada substrato, consciente de que pasear a la deriva es uno de los placeres que la ciudad otorga.

Y desea tanto volver para dejarse llevar…

 (Foto: Paula B.)

domingo, 21 de noviembre de 2010

Cumpleaños

Caen del cielo, como confeti. Desde algún lado más allá de las azoteas, alguien ha lanzado centenares de papeles con un poema, a modo de felicitación para el habitante de horas bajas:


Cumpleaños

Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en el aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños
Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.

Lo firma un tal Ángel González... que jodido el tío, ha dado en el clavo.

viernes, 15 de octubre de 2010

Lugares comunes: las plazas.


A veces, mira para atrás y ve una plaza con bancos en un barrio de la periferia, donde un día contuvo la respiración más segundos de la cuenta. Era su técnica infalible para ver pasar los trenes, para no confundir señales, para no equivocar los gestos: contener la respiración.
Mira atrás. La plaza. Un banco. Ella.
La vida –piensa –normalmente la marcan los grandes momentos –el primer diente, el primer amor, el primer suspenso, la graduación, aquellas vacaciones, el primer hijo… –sin embargo, pasamos de largo pequeños momentos que también nos marcan. Son breves instantes, apenas segundos, en los que se fraguan, quizá, decisiones, grandes y pequeñas, que influirán mucho o poco en el resto de nuestra vida.
Esos segundos él los pasaba aguantando la respiración –se pregunta qué sería ahora de él de haber tomado aquellos trenes en vez de perderlos. –Por eso, a veces, mira atrás y ve una plaza con bancos en un barrio de la periferia, y es consciente de que allí frente a ella, casi en actitud autoprotectora, tal vez algo miedosa, quizá prudente o en exceso racional, contuvo la respiración durante unos segundos. Los segundos precisos para dejar pasar un tren, o quizás para no equivocar los gestos, o quizás, simplemente, para recordar siempre aquella plaza como la plaza de la respiración contenida, del pecho en un puño, de las oportunidades perdidas.
Mira atrás y ve la plaza. Recuerda algún silencio prolongado entre ellos, miradas huidizas, la respiración contenida para mantener la amistad inquebrantable. Recuerda que se levantó y soltó el aire cálido que había escondido durante segundos en lo más profundo de sus pulmones, en el alvéolo más recóndito. Aún sentada, ella sonreía.
Y su sonrisa seguía siendo la misma y nada había cambiado.
O lo que es lo mismo: un nuevo tren se perdía a lo lejos.

City Sounds: Música para pisar hojas (Lista reproducción Octubre)

La nueva propuesta para la banda sonora de esta ciudad. Lista de reproducción mensual del Ciudadano B (vía Spotify). 

Octubre'10 : Música para pisar hojas.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Héroes

De sobra sabe que llegará Diciembre con las sonrisas más grandes del mundo.

Hasta entonces, hay una inmensidad de calles desconocidas que recorrer, un inventario improvisado de puentes sobre aguas turbulentas e infinidad de esquinas por torcer hacia lugares hasta ahora no visitados. Todo ello es temporal, a veces la ciudad puede mostrarte su cara menos agradable... pero llegará el invierno, y de este otoño que aún está por venir solo quedarán sus huellas, hojarasca sobre las aceras, recuerdos con sabor a lluvia y la adorable sensación de que habremos vencido, como reyes del invierno, a la estación de los trenes sin andén, las vías de Dexametasona, las hojas marrones sobre los parabrisas de los coches de nuestra avenida.

“Volveremos de las ciudades quemadas  
y seremos los fantasmas de nuestras propias
palabras”     
(Leopoldo Mª Panero, Audere)  




La Polaroid Bipolar (presentación con retraso).


Hace 2 meses nacía un nuevo proyecto con el que, mi hermana y yo, tratábamos de poner en común las creaciones, fotográficas por un lado y literarias por otro. De todo ello, y de forma prácticamente improvisada, nació LaPolaroidBipolar, nuevo blog en el que se integran textos de este ciudadano al que ya conocéis y las fotos de Paula, otra habitante más -en un rincón privilegiado- de esta ciudad.

Por un lado, perseguimos estrechar lazos. Por otro, persigo potenciar su recientemente hecha pública afición.

Espero que os guste la iniciativa.

Saludos

lunes, 30 de agosto de 2010

Lugares comunes: Barras de bar (II)

CHINCHETAS

Bárbara lleva un bar, el Bara, con la barra de bar más peculiar de la ciudad. De madera oscura barnizada originariamente, Bárbara ha “customizado” su superficie agregándole chinchetas que clava manualmente, consiguiendo un toque de lo más chic para su local de copas y que contrasta a la perfección con esa mirada triste que tanto poder de atracción tiene sobre toda su clientela.
Las malas lenguas dicen que lo de las chinchetas empezó el día que un tal Roberto, su socio, compañero y pareja hasta entonces, abandonó el negocio para abandonar a Bárbara. La destrozó. Durante meses trató de olvidar a Roberto y sobreponerse, atrincherada en su barra de bar bajo aquella chincheta clavada. Pero Roberto fue la primera. Luego vinieron todas las demás. Dicen que Bárbara recuerda el nombre de cada chincheta, las caras siempre intenta olvidarlas. Juega con ellas, creando un inmenso mosaico de cientos de redondos rostros metálicos sobre su barra de bar con el fin de olvidar el primero y perderlo entre tantos otros.
Anoche me obligó a clavar mi chincheta particular –su última victoria –haciéndome prometer que no volvería por el local. A estas horas ya me habrá olvidado y yo solo seré otro pequeño fragmento de su historia chic de barra de bar.

lunes, 2 de agosto de 2010

Inventario de pérdidas

Yo la miré por última vez Ella pidió un taxi
Con su portazo solo quedó la inercia de lo nuestro cenizas de lo nuestro silencio de lo nuestro Y me negué a llevarlo con un mínimo de decencia u orgullo Agoté las reservas de alcohol del mueble-bar aporreé las paredes destrocé a patadas los sillones 2+3 pagados a plazos de aquella habitación el cristal de la mesa hecho a-ñ-i-c-o-s desnudé las paredes arremetiendo contra los cuadros y espejos
Finalmente y hasta pasadas las 20 pm lloré consciente de mi pérdida
Se llevó mil seiscientos ochenta y tres días toda su ropa interior mi muestrario de proyectos incumplidos para siempre nuestro Volkswagen Passat su móvil 3G los labios más dulces del universo la mirada más obscena ese CO2 suyo que yo inhalaba como broncodilatador su forma de abrir los tetrabrik la receta secreta del bizcocho de limón el agua de peinado ese pestañeo espectacular una de mis mastercard la tarjeta del médico y todos
    todos
    todos
    mis signos de puntuación

martes, 20 de julio de 2010

No sueño contigo

Normalmente no sueño contigo. Sueño más con estrellas blancas reflejadas sobre el río grande, con rutinas retomadas de jazz y café, con sombras y noches a 30˚ y viernes a mediodía de tabernas oscuras, cañas, alguna tapa, bullicio. No sueño contigo normalmente. Si lo hago, siempre apareces en calles empedradas, Céspedes, Deanes o Almanzor, o en lugares de mi pasado donde nunca estabas, o compartiendo conmigo uno de los kebabs más buenos del mundo. Sueño con cotidianas madrugadas deambulando entre Colón y Capitulares, con azahares en Mayo y lluvias en Otoño, con una norma no escrita que nos reúna, sábado tras sábado, semana tras semana, a aquellos que consideramos amigos, con retornos periódicos a este punto actual para escapar del probable Stendhal experimentado en el lugar donde se me cumplen los deseos.  Normalmente no sueño contigo. Lo que quiero contigo se cumple a diario. Todo lo demás sí tengo que seguir soñándolo.

martes, 6 de julio de 2010

Evento catastrófico


Hay un problema de espacio. En Marzo de este año, investigadores de la Universidad de Durham descubrían un “evento catastrófico” en el universo que ocurrió quién-sabe-cuándo en la Constelación Ursa, muy lejos de “nuestra” Vía Láctea. Hay un problema de espacio, dicen.
La galaxia quedó paralizada hace mucho tiempo, obstruida, como una fábrica oxidada en mitad de la nada.
El espacio no es el problema, sino la inactividad. Lucho contra mi propio “evento catastrófico”, necesito seguir produciendo estrellas, buscar las ilusiones necesarias entre todos los residuos y escombros de esta galaxia cotidiana, continuar viajando a años luz. Siento esta necesidad desde el Big Ban y aquel día en que mi conciencia nació de la nada.

lunes, 28 de junio de 2010

Lugares comunes: los balcones (II)

No sin dificultad, hace un nudo con el alambre. Lo aprieta, lo retuerce sobre sí mismo para asegurar el nudo alrededor del barrote del balcón. Respira hondo, resignado.

Primero era la hipoteca, posteriormente fue el coche, después la moto de su hijo y después una tarjeta para poder llevar a su familia de vacaciones. Luego vinieron las otras tarjetas para financiar las compras mensuales, la operación de miopía y la reparación del coche. Acabó llamando a aquellos teléfonos de los anuncios de dinero fácil, dinero que necesitaba para pagar las mensualidades de los préstamos originales y alguna cuota de tarjeta. Después recibía llamadas: si quería ampliar el crédito solicitado, directamente se lo concedían en línea. Entonces la línea se convirtió en espiral, la espiral en red de araña y la red de araña en un nudo en la garganta.

Acaba de sonreír. Ha terminado, los dedos doloridos. Le resulta irónico: dos nudos de alambre en el balcón de su casa podrían valer para desatar su endeudada vida.

El cartel lo dice bien claro, cualquier viandante podría leerlo perfectamente: "Se vende piso, se busca felicidad".

Ahora solo queda esperar que alguien llame y afloje la presión en su garganta y su cuenta bancaria.


jueves, 10 de junio de 2010

Reencontrarme

Reencontrarme
ante la página en blanco,
o tratando de hilar en un café
las conversaciones amigas e insomnes,
o retorciendo cualquier línea
dando forma a una historia,
o inventando versos, recogiendo imágenes,
rematando párrafos,
creando proyectos,
creyendo en lo que hago.


Reencontrarme
con la del Abril suicida,
con la del Mayo más bello,
con los pájaros más locos de mi cabeza.
Reencontrarme
con mis pasos, mis silencios,
mis nostalgias sempiternas
y mis ausencias. Con el dolor,
con el abrigo de aquello
que cubre mis carencias.


Reencontrarme
en la noche, en la calle,
de vuelta, en mi cama, en mis cosas,
por el pasillo o en el espejo,
en blanco, absorto, a oscuras,
desnudo por dentro,
pensando hacia afuera,
repleto de ganas,
vacío de pereza.


De cualquier forma, reencontrarme.
Pero reencontrarme, al fin y al cabo.

martes, 1 de junio de 2010

El día que cogimos el tren...



Caían los 40 de rigor sobre el asfalto y en el andén todos habían buscado la sombra. Recuerdo maletas mal hechas y peor cerradas, un dolor agudo (como de amputación) y la ilusión de los viajes improvisados. Con cierta premeditación, hace algunos años, subimos al tren de los destinos desconocidos. Huíamos, aún no sabemos de qué, buscando las sonrisas perdidas, las felicidades agotadas, el ánimo de tomar aire, remar, nadar sin guardar las ropas.

En la ventana el paisaje pasa demasiado rápido, es cadencioso el sonido de los vagones, agradable el viento en la cara. El día que cogimos el tren dimos el gran paso de nuestra humanidad.

lunes, 31 de mayo de 2010

Clasificados

Estuvo allí hace diez días. Cuando la ciudad convertía el asfalto en albero y el cielo en farolillos, las aguas del río en reflejos iluminados y las preocupaciones en gas-ciudad que alimentaba el ánimo festivo.

Ya no hay sabor a rebujito ni manchas amarillas en sus zapatillas, no queda rastro de los olés y la euforia colectiva... todo vuelve a la normalidad. A esta normalidad instalada en el desánimo, el pesimismo y el abatimiento. A esta normalidad de cimientos podridos y olor a desagüe, de aceras tristes y boletines informativos de fondo amargo. No hay ciudad que aguante esta normalidad autodestructiva y desesperanzadora, ni alma que soporte este intenso y constante mal rollo colectivo.

Por todo ello, y movido por su candidez, ha decidido enviar un anuncio para su publicación en la sección de clasificados (varios) del periódico local:

SE NECESITAN días festivos, alegrías varias y risas espontáneas para amenizar periodo de decadencia anímica. Razón: Junio 2010.

No ha obtenido respuesta. Tampoco la buscaba.

jueves, 13 de mayo de 2010

No hay manera...

...de quitármela de la cabeza... llevo días con ella. Y donde se ponga la versión original, que se quite la versión Ikealizada.

martes, 11 de mayo de 2010

Vuelvo

Vuelvo, de volver.
Después del fragor, de un traslado bidireccional, del ese.o.ese.,
vuelvo a la conectividad con olor a nuevo,
a la existencia virtual e intermitente de esta ciudad,
al usual dejarse caer
vuelvo, de volver.
Después de las referencias de color y sus consecuencias,
después de las cajas de cartón, los espacios vacíos
y la interminable mudanza que aún no termina, vuelvo.
Después del agotamiento, de las vueltas a la cabeza
y del estar perdido entre tanta duda vuelvo.
Porque necesito de estas calles,
de este aire de píxel,
de este refugio de Megabytes y posts
sin destino ni acuses de recibo;
porque he de abrir esta ventana
para tomar aire, pulsar el "pause" [||]
mirar adentro, vomitarme, de-volver-me fuera...
Vuelvo.
De volver.