Intentó encajar el golpe con dignidad, pero
aquella era la mujer más especial que había cruzado por su vida. Aquella lección
sería dura de aprender, pero tenía que haber una fórmula mágica que la hiciera
desaparecer a toda ella, a su físico y a su química. Finalmente, tras cruzarse
con otra belleza rubia en la misma barra donde minutos antes la mujer de su
vida le decía que no, encontró el teorema que justificaría todos sus fracasos.
Mientras se preparaba para atacar a su nueva presa, asimilaba la derrota
anterior repitiéndose hacia dentro: “lo nuestro empezó porque tenía que
acabar”.
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