lunes, 3 de junio de 2013

Boda en la ciudad (crónica).

Han quedado en compartirse todo: techo, balances, tiempo, amor.

Besos que firman alianzas, pasodobles que se disfrazan en primavera, cielos barrocos que preceden a lluvias de cereales con confeti, alegrías que nos estallan en las manos con sabor a champán. No les cansan ni los abrazos al atardecer, ni las horas, días, meses, de quebraderos de cabeza. El fin justifica los nervios y acaba también con ellos: es hora de disfrutar. La Historia se cita con su historia de amor. Fotos, flashes hacia el pasado, flores en los pasamanos de un silencio cómodo. El río que divide en dos la ciudad, les une para siempre, el Triunfo se hace felicidad, el escenario les envuelve en un laberinto de azahar y buganvillas. De pronto vuelven a la multitud.

Se han propuesto ser causa y efecto, espiral de afectos, proveedores de motivos para amar.

Al abrigo de los seres queridos, la noche avanza suave, con sabor a mostaza, vainilla y frutos rojos, se escurre por los manteles y las alegrías, se les cuela en las sonrisas contagiosas, les abraza en un vals que nos hace cosquillas a todos en el cielo del paladar. Antes, recuerdos en formato ppt, de cuando todos éramos más jóvenes, más inocentes, menos primos de riesgo, quizás igual de sensibles a la felicidad de los demás, la amistad perpetua, el verano azul de nuestras vidas. Recuerdos también de ausencias, un nudo en la garganta... y dos, y tres... respiremos hondo, la noche debilita los corazones.

Han acordado compartirse, seguir cumpliendo promesas y años, hacerse mutuamente eternos.

Poco a poco, se nos agrandan las risas, nos desborda el cariño, un dulzor incipiente comienza a rodear las palabras. Les vemos deambular, al son de la música, apurando las primeras horas de la primera madrugada. Fuera, rumor de patios y macetas añil. Dentro, estruendo en clave de pop, mojitos, hielo en escamas. Cruzan sus miradas, reiteran sus promesas, se ofrecen como refugio del otro. La noche se va alargando hasta el límite establecido, se van pidiendo treguas, varias banderas blancas, despedidas en forma de espiral,  un hit de los 80's, luces fuera, abrazos, besos, adiós.

Al final del día, quedan solos los dos y aquello que les une. Todo lo demás es lo de menos.




A Rosa y Pablo, con abrazos atrasados.

2 comentarios:

Shiwa dijo...

Proveedores de motivos para amar...
Me encanta!

:)

Ciudadano B dijo...

Gracias, Shiwa... Encantado de tenerte por aquí.