Ocultarnos en las sombras y remolonear
entre caricias y eternidades que suceden
en la sinuosidad de los silencios 
de un beso sin domesticar.
Perdernos en la espiral para poder
encontrarnos a solas.
Tú no conoces la salida y yo
puedo haberla olvidado.
Balancearte conmigo en el vaivén,
contarlas de una en una, 
hasta seis [jamás hallaré la que me
falta]
y acabar desubicados del mundo y la
historia 
y los planes de ordenación urbana.
Hay un vals oculto en el empedrado.
Solo tienes que contar conmigo.          [Un, dos, tres… un, dos, tres]
Adentrarnos en el retorcido trazado
de revueltas y solares y casas
abandonadas
para quedar atrapados en el maravilloso bucle
de tus risas, mis raíces y este antiguo
cielo,   
de la vida precisa en el aquí y el
contigo.
Buscar la revuelta perdida.
Perdernos en Santiago.
 

 
 
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