Una vida en la que pago mis facturas,
me abducen los horarios laborales
y el tedio de entresemana,
y me dejo caer en rutinas e inercias
que nada saben de poemas ni heridas.
Una vida paralela a esta otra
de vísceras, cicatrices y desgarros,
que corre casi ajena a este escozor
de ojos, garganta, corazón-abismo,
y a los alaridos mudos de tímida lírica
desmedida, vítrea, de frágil f(r)actura.
Hay una vida paralela a estos versos.
Una vida de hipotecas y tipos de interés,
maletas, ropa de plancha y compras semanales.
Una vida a ras de calle, paralela a esta otra
que siente, que ama, que se desangra
subterránea, de fulgor umbrío, descauterizada.
Caigo en la cuenta: puede que me equivoque
y no sean tan ajenas la una de la otra.
Quizás ambas vidas, además de paralelas,
respondan también a cierta relación lógica
de causa y efecto.
Puede que exista entre ellas un equilibrio
que evita que todo caiga por su propio peso.
2 comentarios:
Muy bueno, amigo-genio. Pero a veces, la vida cae por su propio peso, y hay gente que no lo resiste y acaba aullando frente a los acantilados. No nos olvidemos de todos aquellos que salieron corriendo o de los que se quedaron agazapados. Cada vez escribes mejor, amigo..
Sin dobles vidas no se puede vivir.
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