martes, 11 de agosto de 2009

Noche de tormentas

La luz de la cocina parpadea con la asiduidad de las películas de miedo. La encimera, el fregadero y tú aparecéis en flashes fugaces de un blanco interrumpido para volver al espacio a oscuras, nocturno. Amanecer es que tú abras el frigorífico y, con una sonrisa cruel, me pases una cerveza. Tu beso solo sabe a aproximación. De nuevo oscuridad.

La lavadora centrifuga mientras buscamos el trasluz de la ventana. Ese otro beso tuyo no ha llegado en son de paz. La luz continúa zigzagueando entre tú y mi cabeza, relampaguea el tubo de neón… abres la ventana.

Entonces descubrimos la triada perfecta: A lo lejos, más allá de la ciudad y sus electricidades, una tormenta se avecina con la pereza de lunes por la mañana, estalla en mil rayos, entre las nubes, ahogando de luz el cielo ceniza.

Por su lado, la cocina acoge una tormenta propia que surge desde el techo e inunda a destellos veloces cada rincón. Completa la triada circular nuestra tormenta propia, que inicias con tu beso-relámpago, ante el que yo no puedo más que doblegarme.

2 comentarios:

campanilla dijo...

Qué gran texto.
Gracias por visitarme. Espero que tengas/hayas tenido un buen verano.
Que calor!!

alcuadrado dijo...

hoy me quedo por aquí otro día sigo leyendo. Eres un crack