lunes, 13 de julio de 2009

El camino del Jazz

Quizás aparque cerca de Colón, donde tomaba Coca-colas a morro, sentado en los bancos junto a las primeras juntas o donde rodaban “El destino” cuando Jero descubría que los peces tenían memoria. Por rememorar, bajaría las escaleras que llevan a la calle Adarve y pasaría por lo que en su momento fue La Casa de la Juventud (hoy Instituto de la Mujer, así, con Mayúsculas). Al pasar por la puerta, recordaría que en la primera planta, de la mano de Julio César, encontró magia y que, más de una vez, cometió la locura de trasnochar en compañía de otros para asegurar plazas en los cursos de teatro. Pasará de largo: el cine permanecerá cerrado, Isabel la Católica habrá rendido pleitesía al proyecto hegemónico de los multicines de extrarradio, y cruzará, dirección Alfaros.

Volverán a venirle recuerdos del Can-cán y las grandes noches de pequeñas improvisaciones y monólogos cuando un espíritu de comunión nos contagiaba las sonrisas. El Can-cán sigue abierto, a la espera de nuevas ideas, siempre con alguna exposición fotográfica, y con el mismo ambiente intimista de siempre.

Dejará atrás el Bailío, con sus paredes de bugambilla, pasará Moloko, el gran Automático, dejará a un lado la tentación de asomarse a Soul o de tapear en el Delorian… Su destino queda cerca ya. Por mucho premio arquitectónico que obtuviese, nunca le gustó el edificio del Ayuntamiento. Un puñado de columnas romanas sostendrán un techo celeste oscurecido, de atardecer vencido, de estrellas tímidas aún. Torcerá a la izquierda, Espartería abajo, forzando a sus gemelos a frenar el paso que impone la pendiente que lleva a la Corredera. Se detiene. A la derecha, con la esquina redondeada y con su ventanuco circular, el Jazz Café le abre sus puertas.

Oscuridad. En un rincón un piano. Al fondo, un pequeño escenario. Alguien lee cerca de una lamparita como de mesilla de noche. Toma asiento. Pide una cerveza. Humo. El resto aún no ha llegado, pero no tardarán.

Cientoún segundos pasan hasta que el siguiente hace su entrada en aquel antro oscuro y con trompetas en los altavoces.

Comienza otra tarde del Jazz más.

1 comentario:

Juan Eme dijo...

perdón por el retraso, voy por el bailío, no tardo.