lunes, 15 de agosto de 2011

Libertad en cadena


Mientras pedaleo y la ciudad pasa y me acaricia en forma de susurro, me entrego al liviano placer de sentir. El sol en mi cara. El equilibrio. La sequedad de los labios y las señales de STOP. La variación de coordenadas con la que se experimenta la más pura libertad otorgada [irónicamente] por una cadena: El movimiento circular de dos pedales traducido a través de ésta en la actividad de un piñón que convierte la energía recibida en la rotación de las ruedas que produce el desplazamiento de la bicicleta, generando en mi cuerpo, factor de fuerza en el sistema, la extraña y contradictoria sensación de levedad. Creerse viento. Ser una estela en ojos de los viandantes.
[Y tú nunca estás y tu ausencia me encadena].


3 comentarios:

Ciudadano Leicester dijo...

Quien dijo que la ciencia era incompatible con la poesia?

Ciudadano B dijo...

No hay nada incompatible con la poesía... ni la más pura física. Te aconsejo que leas un artículo del físico, ensayista, novelista y poeta Agustín Fernández-Mallo que defiende la teoría de que en cualquier cosa puede haber poesía: http://www.alfaguara.santillana.es/blogs/upload/ficheros/Postpoesia.pdf

Gracias, Citizen L. Un abrazo de los gordos. Por cierto, que en Septiembre tenemos que vernos...

Rafa dijo...

sí, en efecto,un texto muy sugerente