Te he dejado un abrazo de
despedida anticipada, una última mirada conmovida y un tarro colmado de
luciérnagas, por si algún día te quedaras a oscuras [romper antes de usar]. Un
mundo nuevo te espera al otro extremo de ese vuelo, más allá de aeropuertos y
becas de estudios, de maletas prestadas con kilos de más. Más allá de una noche
de nervios previa al día de avión, te esperan otras muchas más con un
sentimiento extraño anudándose a tu garganta y los cuatrimestres. A partir de
hoy, hermana mía, compartimos herida, nostalgia y esperanzas. El desgarro de
una amputación visceral y algo romántica, la comunicación virtual, el tobogán
de subidas y bajadas de ánimo. Compartimos distancia, pero no dirección, compartimos
desarraigo, pero no coordenadas, compartimos esta sensación de vacío en el
lugar en el que antes crecía la hierba de las rutinas familiares y los abrazos.
A partir de hoy, sangraremos juntos –hemorragia sin remedio –aliviaremos con Ibuprofeno
esta cefalea de ausencias y lejanías. Compartimos herida. Sangramos juntos, nos salvamos juntos
2 comentarios:
Un saludo admirado desde esta parte del mundo. Hermosas palabras que de lejos no alcanzan a reflejar tanta saudade como la que se puede acomodar detrás de una lágrima...
Gracias, Ricardo. Saludos a esa otra parte del mundo.
Publicar un comentario