El 4 de Julio de 2012, científicos del CERN, dijeron haber
descubierto, tras años de búsqueda, el enigmático Bosón de Higgs en el Gran Colisionador de Hadrones [siglas en
inglés, LHC], muy cerca de Ginebra. Tan deseada partícula es la responsable de
que el resto de partículas elementales tengan masa. Fue entonces que me acordé ella y del año que pasamos buscando nuestro Bosón, aquello que le diera peso y sentido a aquella relación que
tiempo atrás nació de una supernova. Pero todos los Bosones son iguales: se desintegran fugazmente [apenas duran un zeptosegundo] y el nuestro ya había
tenido su zeptosegundo de gloria. Hoy cada avenida, cada hogar, cada final de
mes, cada sesión en el Congreso, es una reproducción miniaturizada de lo que
nosotros experimentamos hace años, un pequeño Gran Colisionador de Hadrones [siglas en inglés, LHC] donde se
busca con desazón, a veces también cerca de la dulce Ginebra, la razón de ser
de estos días tristes, los motivos para albergar esperanzas, la masa de todas
las partículas elementales de nuestra felicidad. Luchemos por convertirnos en quarks, adscritos al Principio de Exclusión de Pauli,
acerquémonos a la velocidad de la luz y hagamos aparecer nuestro Bosón, aunque todos los Bosones sean iguales [apenas duran un zeptosegundo] y cada segundo sea
diferente. Acto seguido, por descuido pasional y casi de penalti, crearemos el
universo.
[Bosón de Higgs]
[aproximación a la felicidad
cuántica]
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