El día que tú y yo lo perdamos todo [o lo
demos todo por perdido], nos convertiremos en nada; en partículas antimateria,
haciéndonos desaparecer a nosotros mismos: nuestros propios agujeros negros. Y a partir de la nada
[del rigor mortis], renacer: olvidaremos
los dogmas, romperemos a mordiscos los cordones umbilicales que nos atan a este
feudalismo atroz y –prométemelo –retomaremos por bandera la belleza, las artes,
las ciencias: entre tú y yo, provocaremos la globalización del humanismo, la
vuelta al antropocentrismo, el amor a nosotros mismos. Tú serás Venus [la
inteligencia pura] y yo soplaré en tu nuca para llevarte a la nueva orilla.
Reviviremos una Metamorfosis [Ovidio dixit] necesaria desde hace años, haremos
constitucional su Ars Amandi y echaremos a perder [porque somos agujeros
negros] el pasado de castillos de naipes, mercados de humo [también negro] y
caminos de perdición. Renacimiento, revolución, reforma protestante. Te
necesito a mi lado: para subir el telón: para mostrar las luces: para iluminar
el mundo: para atestiguar que: por encima de la barbarie económica [dogmas,
feudalismo, cordones umbilicales], del esperpento especulador [alhóndigas
bursátiles, burbuja inmobiliaria], y los lodos de aquellos barros [perdido
todo, rigor mortis], por encima de
todo, los verdaderos tipos de interés somos
nosotros: [agujeros negros] de los que ni la luz puede escapar.
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