Servilleta "Caricias" roja # 2:
El presente
En invierno en la Plaza de la Corredera ponen terrazas los bares los días que hace sol y yo acostumbro a sentarme en este que hace esquina, porque es donde te ponen las aceitunas más grandes con el hueso más pequeño. Helada la cerveza y la conciencia, he tratado de olvidarme de ella, concentrarme en el reloj de la plaza –las doce y veinte –y todo lo que he conseguido es sentirme noviembre.
Un minuto y veintitrés segundos más tarde el azar ha vuelto y ella ha reaparecido detrás de un sorbo de cerveza convirtiéndose en martes soleado en esta Plaza. Ahora está sentada en la mesa que hay frente a la mía, lee un libro de bolsillo y ha descubierto los tintos de verano. A mí me ha dado por gastar servilletas escribiendo todo esto, llevo media hora, dos cervezas y los mismos cigarrillos. A ella le he contado siete páginas, cinco sonrisas y una ilusión. De sus parpadeos ya he perdido la cuenta. No hago más que mirarla convenciéndome de lo evidente y tratando de que ella también se dé cuenta de ello, se levante, se acerque a mí y me diga lo que espero que me diga, así, casi todo de seguido, sin pausas... Algo como hola, ¿qué tal estás? ¿me reconoces? Soy yo. La mujer de tu vida.
2 comentarios:
A.G., tú sabes lo que significa, amigo.
Pese a tu peloteo barroco, te agradezco cada mensaje, cada apoyo y cada gesto de que estás ahí.
Gracias, J-G.
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