No sé bien en qué momento
perdí contigo el tornillo
que me desarma,
ni en cual de tus intemperies
decidí abandonarme,
ni por dónde rompiste mi bolsillo
de las cosas importantes.
Por eso, este sonido
de furgón destartalado
al agitarme;
por eso, este sabor a óxido
de mis besos;
por eso, este hueco mío
que siempre andas llenando.