sábado, 8 de enero de 2011

Lugares comunes: Los semáforos.

Trabaja en el rojo y las ventanillas. Vive y duerme en la intemperie.


Cuando tú frenas y te adentras en el atasco de las 8 menos 10, él ya está esperando tus céntimos de caridad, tu aliento de humo y prisa, tu ralentí desganado y madrugador. Con su sonrisa, su andar cansado, su gorro cómico -única protección ante el gélido desamparo de la mañana invernal - y sus ojos de esperanza férrea. Con todo ello te espera, aguarda al rojo del semáforo y tus luces de frenos, se acerca y, a pesar del cristal a modo de barrera y tu cara de apatía, sabe que necesitas sus carantoñas y mohínes, sus paquetes de clínex y sus ambientadores de pino. Cuando vuelve el verde y comienza a moverse la serpiente de coches, él vuelve satisfecho a la acera, mostrando el blanco de sus dientes en una mueca feliz. No ha conseguido ni un céntimo, pero sabe que te ha hecho reír.

En África -piensa- es más difícil sacar sonrisas que vivir en la calle. Justo al contrario que aquí.


Córdoba, Polígono de Chinales.
(Semáforo junto a la Gasolinera)
 7 de Enero de 2011

lunes, 3 de enero de 2011

Feliz 2011

El fin de año ha pasado de puntillas, sigiloso.

El habitante de esta ciudad ha dejado caída en el suelo la última hoja del calendario 2010. Deja escrito en el vaho del cristal una lista de propósitos, tal vez la voluntad de instaurar un nuevo sistema de vida mundial.

Más allá de los pesimismos y las tristezas del recién acabado 2010, más allá de las listas del paro, de las crisis económicas y las reestructuraciones financieras, de los procesos judiciales por corrupción, dopaje y separaciones matrimoniales, de las despedidas, hasta siempres y ojalás, mucho más allá de las escasas posibilidades del mundo laboral, de la desesperación por lo que nunca debió ser, de la desidia de nuestros gobernantes, de la apatía social y sus estertores... más allá de todo lo malo de este año existen muchos momentos que debemos conservar.
                                   
No ha sido un año fácil. Pero ni diez años iguales podrán con ninguno de nosotros. Hay espacios oscuros, dispuestos a albergar las sombras de esta ciudad y sus noches. Existen también avenidas, bulevares y parques donde la luz siempre existe. El ciudadano busca el equilibrio, los grises, los abrazos y la esperanza.

Y, puesto a pedir, pide un 2011 que cierre puertas de habitaciones químicas, que sumerja las tristezas de la calle en un pozo sin fondo, que inicie un proyecto de optimismo y vitalidad. Quiere que 2011 sea, no solo su año, sino también el vuestro.

Abre los brazos desde su azotea, atalaya cibernética, respira hondo, se siente en comunión con la ciudad y sabe que será así, tal y como él desea. Abraza el aire que la ciudad respira, se llena de él y sonríe. Algo, muy adentro, le ha hecho cosquillas.

Feliz 2011